El Sínodo de la Palabra, una respuesta a las sectas

La interpretación de la Biblia fundamentalista gana adeptos

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 8 octubre 2008 (ZENIT.org).- El Sínodo dedicado a la Palabra quiere convertirse en una respuesta a los fieles católicos que dejan la Iglesia para unirse a sectas que ofrecen una predicación fundamentalista de la Biblia.

Las sectas, de hecho, es uno de los argumentos sobre los que más se ha hablado en las discusiones que han tenido lugar en la congregación general entre el martes y el miércoles.

El número 56 del Instrumentum laboris (documento de trabajo) al que hacen referencia los participantes en el Sínodo en sus intervenciones considera que «una especial atención ha de prestarse a las numerosas sectas, que actúan en diferentes continentes y se sirven de la Biblia para alcanzar objetivos desviados con métodos extraños a la Iglesia».

Monseñor Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa, presidente de la Conferencia Episcopal de la República Democrática del Congo, constató que en realidad el fenómeno de las sectas no es nuevo.

«En su primera carta (1 Jn, escrita hacia el año 95 d. J.C.), Juan menciona ya a algunos disidentes que dejaron de creer en ‘Jesucristo venido en carne mortal’ (1 Jn 4,2-3), que salieron de la comunidad y quedaron excluidos de la fe apostólica (1 Jn 2,19-24)».

«Sin embargo, lejos de apaciguarnos, la proliferación cancerosa de sectas de todo tipo y con las motivaciones más diversas es motivo de inquietud para los pastores de la Iglesia, dado que su doctrina generalmente se basa en una interpretación fundamentalista de las Sagradas Escrituras».

«Y sin embargo numerosos textos bíblicos disuaden de esta interpretación e incitan más bien a recurrir a criterios establecidos».

«Es decir, existen normas de interpretación de las Escrituras, de las que Pedro y los apóstoles son garantes (cfr. 2 P 1,16-19). El mismo Pedro afirma que ‘ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia’, porque ‘los hombres, movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios’ (2 P 1,20-21)».

Y Pedro condena a los «falsos doctores» y sus «herejías perniciosas», añadió el arzobispo, considerado uno de los mayores biblistas en África.

«Hay que decir que muchas de las sectas actuales responden al perfil que describe aquí el Príncipe de los Apóstoles: libertinaje, difamación contra la verdad, codicia, palabras artificiosas, tráfico de influencias (2 P 2,2-3), de lo que se deduce que la mejor vía de diálogo con las sectas es una sana interpretación de las Sagradas Escrituras», aseguró.

África se ha convertido en este sentido en el terreno de crecimiento para las sectas, como reconoció monseñor John Olorunfemi Onaiyekan, arzobispo de Abuja (Nigeria), quien denunció la proliferación de grupos que, además de «fundamentalistas, son anti-católicos declarados».

«África, desafortunadamente, es el vertedero de otros continentes que echan en ella todo tipo de ideas disparatadas, tales como que nuestra Iglesia no ‘respeta0 la Biblia, y por lo tanto no puede ser considerada verdaderamente católica».

«Muchos miembros nuestros se sienten a menudo en dificultad por los ataques y los abusos de estos grupos, sobre todo cuando no están adecuadamente preparados para defender la propia posición católicas», confesó el prelado.

«Por esto, muchos fieles nuestros se encontraron con la necesidad de profundizar las Escrituras, justamente para poder combatir los ataques dirigidos a ellos mismos y a la Iglesia. En general, igualmente, creo que el contacto con nuestros hermanos protestantes se va desarrollando gradualmente en la dirección apropiada», constató.

Por su parte, monseñor Norbert Klemens Strotmann Hoppe, M.S.C., obispo de Chosica (Perú), explicó que «en los últimos 40 años, la Iglesia en América latina ha perdido cerca del 15% de sus propios fieles a favor de movimientos no católicos que se basan en estrategias que impulsan la Biblia».

«América latina representa hoy el 43% del catolicismo mundial que, a su vez, ha disminuido en los últimos 30 años del 14% respecto al crecimiento de la población mundial. La deserción del 2,3% de los católicos en América Latina representa hoy para el catolicismo mundial una pérdida del 1%».

El obispo pidió al Sínodo «una contra-estrategia pastoral que afine la acción bíblica hacia quienes poseen una estrategia pastoral bíblica que hace difícil nuestra acción pastoral».

«Es urgente una clara identidad en lo que concierne a la función fundadora de la Palabra de Dios para la Iglesia. Sólo que se la debería evaluar sin descuidar la perspectiva exterior en el difícil mar actual de la Iglesia».

«No hay más tiempo –alertó–; no lo hay, sobre todo, para las comparaciones con el actual clima general de la situación económico-política».

Concluyó con «una cierta suspicacia bíblica»: «no deberíamos sólo quedarnos en el interior de la barca ocupándonos de las cuestiones relativas a la construcción para mejorar la estabilidad de la ruta. Como los apóstoles, después de haber recibido el Espíritu en Pentecostés, deberíamos preguntar: cómo hacemos para salir de esta Aula, ya que la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios quieren llegar a las gentes, y hacerlo a través de nosotros».

El cardenal Péter Erdö, arzobispo de Esztergom-Budapest (Hungría), presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas, constató en este sentido que las publicaciones «más sensacionalistas que científicas, pueden crear una confusión notable también en el pensamiento de los fieles y a veces hasta en el de los propios sacerdotes».

«El riesgo mas grande no es que alguno no sepa qué crédito puede dar a un escrito apócrifo, como, por ejemplo el Evangelio de Judas, sino que muchos no tienen la más remota idea sobre cómo distinguir las fuentes creíbles de las no creíbles de la historia de Jesucristo».

Monseñor Desiderius Rwoma, obispo de Singida (Tanzania), consideró que en parte el avance de las sectas se debe «a la falta de una buena y adecuada predicación por parte de los ministros».

El relator general en su intervención de apertura, el cardenal Marc Ouellet, arzobispo de Quebec, denunció «la insatisfacción de numerosos fieles con respecto al ministerio de la predicación».

«Esta insatisfacción explica en parte la salida de muchos católicos hacia otros grupos religiosos», dijo.

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ZENIT Staff

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