CASTEL GANDOLFO, jueves, 2 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha manifestado a los sacerdotes de Estados Unidos su cariño y gratitud en medio del sufrimiento que han experimentado por los escándalos de quienes han traicionado su ministerio.
Al encontrarse este jueves con los obispos de las provincias eclesiásticas de Boston y Hartford, en la residencia pontificia de Castel Gandolfo, el pontífice les pidió que les transmitieran este mensaje: «En una palabra, ¡decidles a vuestros sacerdotes que les llevó en mi corazón!».
«La Iglesia en vuestro país ha sido castigada por los acontecimientos de los dos últimos años y ha hecho un gran esfuerzo para entender y afrontar las cuestiones del abuso sexual que ha arrojado una sombra sobre su vida y ministerio», constata el Santo Padre en el discurso que entregó a los prelados estadounidenses.
«Al seguir afrontando los importantes desafíos espirituales y materiales que experimentan en este sentido vuestras Iglesias locales, os pido que alentéis a todos los fieles –clero, religiosos y laicos– a perseverar en su testimonio público de fe y esperanza», afirmó.
«En particular, os pido que apoyéis decididamente a vuestros hermanos sacerdotes, que en muchos casos han sufrido profundamente a causa de las faltas sumamente publicitadas de algunos de los ministros de la Iglesia», reconoció.
El Papa manifestó su «personal gratitud por el generoso y desinteresado servicio que caracteriza la vida de tantos sacerdotes estadounidenses», así como su «profundo aprecio por sus esfuerzos diarios por ser modelos de santidad y de caridad pastoral en las comunidades cristianas que se les han confiado».
«La renovación de la Iglesia está ligada a la renovación del sacerdocio», afirmó citando la introducción del decreto «Optatam Totius» del Concilio Vaticano II.
Por eso, pidió a los obispos que hagan «todos los esfuerzos posibles para estar presentes como un padre y un hermano en medio de vuestros sacerdotes y mostrarles así profunda gratitud por su ministerio».
El sucesor del apóstol Pedro recomendó asimismo «alentarles en la fidelidad a su noble vocación de hombres totalmente consagrados al servicio del Señor y de su Iglesia».