El terrorismo y la carrera de armamentos amenazan la paz, denuncia el Papa

En su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 13 diciembre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI denuncia la amenaza a la paz que hoy plantean el terrorismo y la carrera de armamentos –en particular si son nucleares–, en su primer mensaje con motivo de la Jornada Mundial de la Paz.

La celebración, que fue convocada por primera vez por Pablo VI en 1968, tendrá lugar el 1 de enero de 2006 con el lema: «En la verdad, la paz».

Al igual que sus inmediatos predecesores, el pontífice ha escrito con esta ocasión un mensaje, presentado a la prensa este martes en el Vaticano por el cardenal Renato R. Martino, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz.

El texto explica en qué consiste la verdad de la paz y cuáles son sus actuales amenazas.

«Hay que recuperar la conciencia de estar unidos por un mismo destino, trascendente en última instancia, para poder valorar mejor las propias diferencias históricas y culturales, buscando la coordinación, en vez de la contraposición, con los miembros de otras culturas», sugiere el obispo de Roma.

La paz, aclara, no es «simple ausencia de guerra», sino «convivencia de todos los ciudadanos en una sociedad gobernada por la justicia, en la cual se realiza en lo posible, además, el bien para cada uno de ellos».

«La verdad de la paz llama a todos a cultivar relaciones fecundas y sinceras, estimula a buscar y recorrer la vía del perdón y la reconciliación, a ser transparentes en las negociaciones y fieles a la palabra dada».

La verdad de la paz, aclara, tiene vigencia «incluso en las situaciones trágicas de guerra», pues cuando ésta estalla, «no todo es lícito entre los contendientes».

Por este motivo, la misiva apoya decididamente el derecho internacional humanitario y subraya que «es preciso garantizar su correcta aplicación, actualizándolo con normas concretas capaces de hacer frente a los escenarios variables de los actuales conflictos armados, así como al empleo de armamentos nuevos y cada vez más sofisticados».

Al analizar las amenazas actuales a la paz, el mensaje papal menciona ante todo el terrorismo. «Pretender imponer a otros con la violencia lo que se considera como la verdad, significa violar la dignidad del ser humano y, en definitiva, ultrajar a Dios, del cual es imagen», aclara citando una famosa frase de Juan Pablo II.

Tras mostrar cómo en las raíces del terrorista se encuentra el nihilismo (que niega la existencia o la presencia de Dios) o el fundamentalismo fanático (que «desfigura su rostro benevolente»), Benedicto XVI considera que para extirpar esta plaga ese necesario no sólo tener en cuenta «razones de carácter político y social», sino también «las más hondas motivaciones culturales, religiosas e ideológicas».

La otra amenaza global a la paz, constatada por el mensaje papal, es la contradicción que plantean «los gobiernos que se apoyan en las armas nucleares para garantizar la seguridad de su país».

«En una guerra nuclear no habría vencedores, sino sólo víctimas –advierte–. La verdad de la paz exige que todos –tanto los gobiernos que de manera declarada u oculta poseen armas nucleares, como los que quieren procurárselas— inviertan conjuntamente su orientación con opciones claras y firmes, encaminándose hacia un desarme nuclear progresivo y concordado».

«Los recursos ahorrados de este modo podrían emplearse en proyectos de desarrollo en favor de todos los habitantes y, en primer lugar, de los más pobres», propone.

En este sentido, el mensaje manifiesta la «amargura» del Papa ante «los datos sobre un aumento preocupante de los gastos militares y del comercio siempre próspero de las armas, mientras se quedan como estancados en el pantano de una indiferencia casi general el proceso político y jurídico emprendido por la Comunidad Internacional para consolidar el camino del desarme».

El deseo más profundo del Papa es que «la Comunidad Internacional sepa encontrar la valentía y la cordura de impulsar nuevamente, de manera decidida y conjunta, el desarme, aplicando concretamente el derecho a la paz, que es propio de cada hombre y de cada pueblo».

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ZENIT Staff

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