El triduo santo, tiempo de conversión; afirma el Papa

Medita en las celebraciones de la pasión, muerte, resurrección de Jesús

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 5 abril 2004 (ZENIT.org).- El Triduo Pascual que comienza este Jueves Santo constituye por antonomasia un tiempo de conversión, afirmó este miércoles Juan Pablo II en la audiencia general en la que participaron más de diez mil peregrinos.

Dedicó su meditación a repasar el sentido de las celebraciones litúrgicas que en estos días, tradicionalmente llamados «santos», revivirán las comunidades cristianas de todo el mundo: la pasión, muerte y resurrección de Jesús (la Pascua).

«Estos días son particularmente oportunos para hacer más viva la conversión de nuestro corazón a Aquél que por amor murió por nosotros», afirmó el Papa con voz firme, aunque por momentos cansada al concluir su catequesis.

Al comentar las celebraciones del Jueves Santo, el Papa explicó que en la tarde de ese día la Iglesia hace memoria de la Última Cena, en la que Cristo instituyó la Eucaristía y del Sacerdocio.

«El «lavatorio de los pies» recuerda que, con este gesto realizado por Jesús en el Cenáculo, anticipó el Sacrificio supremo del Calvario, y nos dejó como nueva ley su amor», aclaró.

Al hablar del Viernes Santo, recordó que «la Iglesia hace memoria de la pasión y de la muerte del Señor. Se invita a la asamblea cristiana a meditar sobre el mal y el pecado que oprimen a la humanidad y sobre la salvación realizada por el sacrificio redentor de Cristo».

«La Palabra de Dios y algunos ritos litúrgicos sugerentes, como la adoración de la Cruz, ayudan a recorrer las diferentes etapas de la Pasión», subrayó. «Además, la tradición cristiana ha dado vida, en este día, a manifestaciones de piedad popular. Entre estas, destacan las procesiones penitenciales del Viernes Santo y el «Via Crucis», que ayudan a interiorizar el misterio de la Cruz».

Por último, ilustró el sentido cristiano del Sábado Santo, caracterizado por el «gran silencio». «No se prevén, de hecho, liturgias particulares en este día de espera y de oración –explicó–. En las Iglesias, todo calla, mientras que los fieles, imitando a María, se preparan para el gran acontecimiento de la Resurrección».

Al llegar la noche de ese Sábado, comenzará la Vigilia Pascual, «la madre de todas las vigilias» para los cristianos, recordó.

En esa celebración, «el anuncio de la resurrección irrumpe en la oscuridad de la noche y toda la realidad creada se vuelve a levantar del sueño de la muerte para reconocer el señorío de Cristo».

El Papa presidirá en Roma todos estos actos, que serán concluidos con la tradicional bendición «Urbi et Orbe» (a la ciudad de Roma y al mundo), y su felicitación en más de cincuenta idiomas.

Tras saludar en diez idiomas a los peregrinos, este miércoles el pontífice se detuvo durante media hora a saludar a las numerosas personas que han venido a Roma para vivir la Semana Santa y se sacó fotografías con grupos de jóvenes.

Si bien las medidas de seguridad eran evidentes, fuentes de la Santa Sede aseguran que no existen amenazas especiales de ataques terroristas. El Papa, como lo ha hecho en las dos semanas precedentes, volvió a recorrer este miércoles en coche descubierto la plaza de San Pedro para acercarse y saludar a los peregrinos.

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ZENIT Staff

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