El Vaticano encuentra alarmante el uso del 'suicidio asistido'

Monseñor Tomasi explica a la ONU los riesgos del enfoque puramente económico y funcional hacia las personas mayores, los débiles y los frágiles

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El número de personas mayores dentro de la población general está aumentando rápidamente, y se prevé que se duplicará en los próximos diez años, se triplicará en el año 2050 y alcanzará así el número de dos mil millones de personas mayores. Teniendo en cuenta estas cifras, el observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, monseñor Silvano Tomasi, se dirigió al Consejo de los Derechos Humanos en la sesión ordinaria para hablar sobre los derechos de las personas ancianas. Así, reconoció que la Santa Sede defiende el derecho a la vida de todas las personas, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, y por lo tanto encuentra alarmante el aumento de la utilización del llamado ‘suicidio asistido’.

La importancia de esta tendencia demográfica de envejecimiento de la población, con demasiada frecuencia sólo se calcula sobre la base del impacto económico proyectado, adivirtió el prelado. De este modo, manifestó su preocupación porque «esta visión limitada podría constituir una seria amenaza para el pleno disfrute de los derechos de las personas mayores. Lamentablemente, la sociedad eficiente de hoy tiende a marginar a nuestros hermanos y hermanas vulnerables, incluidas las personas mayores, como si fueran sólo un ‘peso’ y un ‘problema’ para la sociedad».

De este modo, monseñor Tomasi precisó que «por el contrario, el aumento del número de personas de edad avanzada, especialmente aquellos que se mantienen en buen estado de salud, también significa que puedan hacer sus contribuciones a la sociedad durante períodos más largos de tiempo». Sin embargo, recordó, «con el fin de asegurar que esos acontecimientos positivos se lleven a cabo, necesitamos estrategias y poner en práctica nuevos enfoques para estructurar la sociedad en general, el mundo del trabajo, la infraestructura de atención de salud y la entrega, el desarrollo de la tecnología, los derechos de propiedad intelectual, la protección social de sistemas y relaciones sociales intergeneracionales».

A propósito, el observador vaticano destacó el número creciente de personas de avanzada edad que se ven obligadas a abandonar sus hogares tradicionales y familiares en los países de altos ingresos para buscar refugio en las regiones del ‘mundo en desarrollo’ donde el costo de la atención a largo plazo es mucho menos costosa. Monseñor Tomasi precisó que «cuando hablamos de preservar el disfrute de todos los derechos humanos, es fundamental respetar y preservar, en la medida de lo posible los lazos de las personas de avanzada edad con sus seres queridos y con un ambiente familiar».

Por otro lado, monseñor Tomasi recordó que la Santa Sede ha instado en varias ocasiones a los Estados en todas las partes del mundo a abolir la pena de muerte dentro de sus respectivas jurisdicciones. Al mismo tiempo, «la Santa Sede defiende el derecho a la vida de todas las personas, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, y por lo tanto encuentra alarmante el aumento de la utilización del llamado ‘suicidio asistido’, así como los comentarios por parte de algunos funcionarios del gobierno que tales acciones extremas y peligrosas pueden merecer consideración adicional ya que podrían ofrecer beneficios de ahorro de costos durante un período de crisis económica», advirtió el observador vaticano.

Finalmente, reconoció que «un enfoque puramente económico y funcional hacia las personas mayores puede crear una cultura en la que los miembros más débiles y más frágiles de la sociedad –los no nacidos, los más pobres, los enfermos, los ancianos, las personas gravemente discapacitadas, etc.– están en peligro de ser ‘arrojados’ de un sistema que debe ser eficiente a toda costa y así empobrecer a la sociedad de su sabiduría, experiencia y presencia enriquecedora».

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ZENIT Staff

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