El Vaticano expone en la ONU seis desafíos para garantizar el trabajo digno

Intervención del arzobispo Migliore ante la Comisión para el Desarrollo Social del Consejo Económico y Social

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NUEVA YORK, viernes, 9 febrero 2007 (ZENIT.org).- El trabajo es la clave de toda la cuestión social ha explicado la Santa Sede ante las Naciones Unidas, y es la condición «no sólo del desarrollo social, sino también del desarrollo cultural y moral».

Así lo expresó el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente ante la ONU, al intervenir este jueves ante la Sesión de la Comisión para el Desarrollo Social del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, sobre el «tema prioritario»: «promover el pleno empleo y un trabajo decente para todos».

El prelado, en su intervención en inglés, subrayó los principales desafíos necesarios hoy para garantizar un trabajo digno.

En primer lugar, destacó la creación de un equilibrio entre desarrollo económico y justicia social. «El respeto total de los principios y de los deberes contenidos en la declaración de la Organización Internacional del Trabajo, de 1998, sigue siendo una piedra angular para crear este equilibrio», precisó.

El segundo desafío que se presenta hoy al trabajo digno, según monseñor Migliore, es la igualdad entre el hombre y la mujer.

«Las mujeres siguen siendo todavía demasiado descuidadas o minusvaloradas» en el mundo del trabajo, en el que el principio del «mismo salario para un mismo trabajo» debería ser evidente.

«La presencia de las mujeres en el mundo del trabajo», aseguró, puede ser de gran ayuda para aquellas sociedades «organizadas principalmente según el criterio de la eficacia y la productividad».

Esta igualdad implica también, reconoció, justicia sobre los criterios propios de la carrera profesional.

El tercer desafío consiste en ayudar a los padres y madres de familia, si es necesario jurídicamente, «para ofrecer su contribución única e irremplazable a la educación de los hijos» para beneficio de toda la sociedad.

«Es también importante que los hombres y las mujeres que tienen una familia reciban salarios apropiados y justos, suficientes par permitirles responder a las necesidades ordinarias de sus familias, en especial, a sus responsabilidades hacia sus hijos», afirmó.

Un salario justo permitirá igualmente, añadió el observador permanente del Vaticano ante el «Palacio de Cristal» de la ONU, evitar el recurso al trabajo de los niños entre las familias pobres, «en detrimento de su educación».

El cuarto desafío laboral está caracterizado por ambientes de pobreza extrema. «Ningún gobierno, incluso con medios modestos, debería tolerar la pobreza extrema en el mundo de hoy», advirtió el prelado.

«El mundo es demasiado rico para dejar que continúe el escándalo de la pobreza extrema a causa de la falta de imaginación o de políticas negligentes», añadió.

Al afrontar el quinto desafío, la situación de las personas ancianas en un mundo en el que aumenta su número y proporción, el arzobispo Migliore exhortó a los gobiernos a «alentar a las personas mayores a permanecer en el mercado del trabajo».

«Debería darse una mayor flexibilidad en los sistemas de jubilación y en el mercado del trabajo para alentar a las personas mayores» a trabajar «mientras lo deseen y puedan», dijo.

Monseñor Migliore precisó asimismo que los jóvenes deberían aprender a «apreciar, colaborar y respetar los talentos y la experiencia que sólo pueden aportar las personas mayores a su trabajo».

El último desafío es la condición de los inmigrantes, que «merecen un mismo salario y una misma protección jurídica».

En particular, alentó la reunión de sus familias, pues «con demasiada frecuencia la ausencia de una vida familiar normal lleva a males como el tráfico humano y la prostitución, al margen de comunidades de emigrantes».

«Permitir a las familias vivir juntas en el país de acogida minaría el mercado de esta esclavitud moderna», afirmó.

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ZENIT Staff

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