El Vaticano pide promover un turismo responsable para contener el cambio climático

Publicado el Mensaje de la Jornada Mundial del Turismo 2008

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CIUDAD DEL VATICANO, martes 24 de junio de 2008 (ZENIT.org) El turismo que respeta principios morales puede contribuir a luchar contra el cambio climático. Así lo propone el mensaje del Consejo Pontificio para los Emigrantes e Itinerantes para la Jornada Mundial del Turismo de este año, que se celebrará el próximo 27 de septiembre.

Respondiendo al lema propuesto por la Organización Mundial del Turismo para este año, el Consejo afirma que el turista «puede contribuir a mantener con vida el planeta y a frenar el incremento gradual de un cambio climático alarmante».

Es necesario, por tanto «cultivar la ética de la responsabilidad» también en el ámbito turístico. «En esta lógica ‘ecológica’ es muy importante volver al ‘sentido del límite’, contra el desarrollo insensato y a toda costa, escapando de la obsesión de poseer y de consumir».

«El sentido del límite se cultiva también cuando se reconoce la existencia del otro y la transcendencia del Creador con respecto a sus criaturas».

El Consejo lanza algunas propuestas de turismo «responsable», entre ellas viajar a pie, elegir hoteles y centros de acogida que estén más en contacto con la naturaleza, llevar menos equipaje, para que los medios de transporte emitan menor cantidad de anhídrido carbónico, eliminar los residuos de forma adecuada, consumir alimentos más «ecológicos», plantar árboles para neutralizar los efectos contaminantes de los viajes, adquirir productos de artesanía local frente a otros caros y venenosos, utilizar materiales reciclables o biodegradables, respetar la legislación local y la cultura del lugar visitado.

«Es posible elegir, – hay todavía dos caminos ante nosotros – ser un turista contra la tierra o a favor de ella», afirma el Mensaje. «Esto significa que nos abrimos a la conciencia de la fraternidad en una tierra que es de todos y para todos, hoy y mañana, por parte de todos – y para nosotros en particular, por parte de los turistas».

Para ello «es necesario desarrollar una ‘austeridad gozosa’, escogiendo aquello que no es transitorio ni corruptible; es necesario cultivar la caridad, incluso hacia la tierra, desarmando la lógica de la muerte y fortaleciendo el amor para este querido espacio que nos pertenece a todos, en la memoria del don, en la responsabilidad de cada instante y en el servicio continuo de la fraternidad, también para quienes vendrán después de nosotros».

Volver al Génesis

En la búsqueda de esta «moral ecológica», el Consejo propone una nueva reflexión sobre el Génesis, en el que el Universo aparece como «un don que deberíamos conservar, un regalo, un ‘Edén’, en donde todo se conjuga en la armonía y la alegría de vivir».

«El libro del Génesis habla de un inicio en el que Dios puso al hombre como guardián de la tierra, para que fructificara. Nuestros hermanos musulmanes ven en él al «mayordomo» de Dios».  

Sin embargo, el pecado «rompe» este equilibrio, con lo que «el jardín se ha transformado en un desierto», y donde «la contemplación se ha convertido en usurpación, el diálogo se ha vuelto monólogo de omnipotencia, los hermanos han esclavizado a los hermanos y los pueblos ya no han encontrado el árbol de la vida en el Jardín, porque han probado el fruto del árbol del bien y del mal».

«El gran desafío es la superación de un determinado narcisismo insano, luchando contra el egoísmo y cuidando, con lucidez y honestidad, una tierra que corre peligro de ser destruida». Esto significa «asumir las propias responsabilidades, a nivel individual y colectivo, para recrear la armonía, posible después del pecado original y dejar que el planeta siga su propio ciclo vital, ayudándolo en esto».

«No es justo que los seres humanos provoquen el fin de la tierra y el transcurrir de las generaciones por negligencia o a causa de decisiones egoístas y de un exasperado consumismo, como si los demás y aquellos que vendrán después de nosotros careciesen de valor. En definitiva, existe un egoísmo de cara al futuro que se manifiesta en la ausencia de ponderación y de perspectiva, en la indolencia y en el abandono».

El Vaticano lucha contra el cambio climático

El Consejo recuerda al respecto que la Ciudad del Vaticano «se ha convertido en el primer Estado soberano con «emisión cero» de anhídrido carbónico (CO2)» al plantar, en 2007, un bosque en territorio húngaro, de su propiedad. Además, próximamente se construirrá una planta de energía solar para abastecer las necesidades energéticas del Estado.

Con estos gestos la Iglesia católica quiere mostrar su «compromiso ecológico», y animar a todos los hombres, «y mucho más los cristianos» a trabajar por la sostenibilidad del planeta.

Por Inmaculada Álvarez

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ZENIT Staff

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