El Vaticano pide una respuesta firme ante la proliferación de armas de destrucción masiva

Intervención ante la Agencia Internacional para la Energía Atómica

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CASTEL GANDOLFO, martes, 28 septiembre 2004 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha pedido una respuesta firme y de largo alcance ante la amenaza que constituye la proliferación de las armas de destrucción masiva.

El portavoz de este llamamiento fue monseñor Leo Boccardi, observador permanente de la Santa Sede ante la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA), al intervenir en la Conferencia General de esta institución, celebrada en Viena del 20 al 24 de septiembre.

«Los actos de violencia recientemente perpetrados en Rusia y en otras partes del mundo ofenden gravemente a toda la humanidad», comenzó constatando el representante papal.

«Las violaciones continuas de la dignidad humana y de las víctimas inocentes del terrorismo llaman la atención de todos sobre la necesidad de afrontar las causas que están detrás de estas modernas formas de barbarie y de afrontarlas eficazmente», añadió.

«Tenemos que seguir creyendo en el diálogo como algo esencial para establecer la paz y la seguridad», indicó.

«Las amenazas continuas a la paz y a la estabilidad, debidas a la proliferación de armas de destrucción masiva, y a las emergencias humanitarias y ambientales, exigen respuestas firmes y de largo alcance», reconoció.

«La respuesta de la comunidad internacional debe ser integral, armonizando seguridad, solidaridad y la defensa de la vida humana», indicó.

«Desde varias partes, se nos advierte que la proliferación nuclear está creciendo y que hay países interesados en la compra ilícita de armas de destrucción masiva –denunció–. Se da también el riesgo de que los terroristas puedan tener acceso a estos materiales y a esta tecnología».

Por lo que se refiere a la situación en Oriente Medio, la Santa Sede manifestó su preocupación «ante la creciente inseguridad, debida al desarrollo de la guerra en Irak y a sus implicaciones para la seguridad de la región, así como ante el conflicto en Tierra Santa que sigue sin ser resuelto», añadió.

«El respeto por las aspiraciones legítimas de ambas partes, el regreso a la mesa de las negociaciones y el compromiso concreto de la comunidad internacional pueden llevar a una solución aceptable para todos», aseguró.

«Por este motivo, es desear que todos los países de la región y la comunidad internacional comiencen un serio diálogo para que el área de Oriente Medio quede libre de armas de destrucción masiva. Esto, al igual que limitaciones a los armamentos convencionales, una apropiada seguridad, y medidas para dar confianza, pueden contribuir a establecer la paz en la región».

La AIEA, surgida en el seno de las Naciones Unidas en 1957, es una agencia que trabaja a nivel mundial en la promoción de tecnologías que emplean la energía nuclear de manera segura y pacífica. Tiene sede en Viena y cuenta con la contribución de 2.200 expertos en diferentes sectores, provenientes de más de 90 países.

El representante Vaticano reconoció la actividad realizada por la AIEA, particularmente en el año 2003, cuando en vísperas de la intervención militar en Irak recibió ataques que ahora se han mostrado injustificados.

«La AIEA fue capaz de responder de una manera eficiente a los numerosos desafíos en todas las áreas de su trabajo –previniendo la proliferación de armas nucleares, reforzando la seguridad nuclear, y ayudando a desarrollar la utilización pacífica de la tecnología nuclear a favor del desarrollo sostenible–. Esto constituye una contribución única a los objetivos de la paz y de la prosperidad en el mundo», reconoció.

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ZENIT Staff

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