El verdadero culto de los cristianos es su propia vida, según el Papa

Sigue el ciclo de catequesis sobre san Pablo

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 7 de enero de 2009 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI inauguró la primera audiencia general del año 2009 con una nueva catequesis san Pablo, ciclo que se había interrumpido con motivo de las fiestas de Navidad.

Ante los peregrinos congregados en el Aula Pablo VI, el Papa se dedicó a hablar largamente sobre uno de los temas más importantes de la teología paulina, que es la cuestión del «nuevo culto» inaugurado con el cristianismo, frente a los rituales judíos y paganos de la época.

Este «nuevo culto» se realiza en la propia vida del cristiano «cuya vida está unida a Cristo», y no supone una «espiritualización» del culto judío, como muchos han creído erróneamente, sino al contrario, «algo concreto y real» que engloba «toda la persona».

Basándose en tres textos de la carta de san Pablo a los Romanos, el pontífice explicó a los presentes que el apóstol «traía una nueva visión del culto» frente a la concepción del Pueblo de Israel.

En Cristo, el deseo de redención de Israel que simbolizaban los sacrificios de los animales en el templo, se cumple de forma real, explica el Papa: «con la sangre de los animales no se realiza este proceso. Era necesario un contacto más real ente la culpa humana y el amor divino. Este contacto ha tenido lugar con la cruz de Cristo».

Por eso, el Papa rebate a quienes piensan que san Pablo proponía una «espiritualización» del culto judío; al contrario, el culto del templo era «un símbolo» de «la realidad», que es «el sacrificio de Cristo».

«Este culto simbólico, culto de deseo, ha sido sustituido ahora por el culto real: el amor de Dios encarnado en Cristo y llevado a su plenitud en la muerte en la cruz. Por tanto, esto no es una espiritualización del culto real, sino al contrario, es el culto real, el verdadero amor divino-humano, que sustituye al culto simbólico y provisional».

Por eso, la exhortación de Pablo a los cristianos de «ofrecer sus cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios», consiste en «honrar a Dios en la existencia cotidiana más concreta, hecha de visibilidad relacional y perceptible».

«No se trata de un culto menos real, o incluso solamente metafórico, sino de un culto más concreto y realista, un culto en el que el hombre mismo en su totalidad de un ser dotado de razón, se convierte en adoración, glorificación del Dios vivo».

Sin embargo, aclaró el Papa, este nuevo culto «no debe entenderse en sentido moralista», en el que el hombre lo haría todo por sí mismo con su esfuerzo moral», porque el sacrificio de la propia vida «sólo puede darse en unión con Cristo», realizada «en la fe y en los sacramentos».

«La Iglesia sabe que en la santísima Eucaristía la autodonación de Cristo, su sacrificio verdadero, se hace presente. Pero la Iglesia reza para que la comunidad celebrante esté realmente unida con Cristo, sea transformada; reza para que nosotros mismos lleguemos a ser aquello que no podemos ser con nuestras fuerzas»: ofrenda «que agrada a Dios», explicó.

Por último, el Papa explicó el sentido que Pablo daba a la evangelización como «sacerdocio» y «sacrificio».

«San Pablo interpreta su acción misionera entre los pueblos del mundo para construir la Iglesia universal como acción sacerdotal», explicó el Papa. «El Apóstol del Evangelio es un verdadero sacerdote, hace lo que está en el centro del sacerdocio: prepara el verdadero sacrificio».

«Sólo en comunión con Cristo, el Hombre ejemplar, uno con Dios, el mundo llega a ser tal y como todos lo deseamos: espejo del amor divino. Este dinamismo está presente siempre en la Escritura -este dinamismo debe inspirar y formar nuestra vida», concluyó.

Por Inma Álvarez

 

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ZENIT Staff

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