El volcán islámico de Nigeria

Las revueltas sacan a la luz viejos problemas

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ABUYA, 14 diciembre 2002 (ZENIT.org).- Las recientes protestas ligadas al concurso de Miss Mundo han provocado violentas revueltas que ha sacudido el país más poblado de África. Todo el mundo está de acuerdo con ello. Pero no todos se ponen de acuerdo en las causas de fondo del fenómeno.

El arzobispo de la ciudad de Abuya, John Olorunfemi Onaiyekan, considera que el problema se debe en buena parte a maquinaciones políticas. En una entrevista publicada el 24 de noviembre por el periódico italiano La Repubblica, el arzobispo afirmaba que algunos están manipulando la situación, esperando obtener ventajas políticas ante las elecciones del año próximo.

El arzobispo Onaiyekan afirmaba que los cristianos están aterrorizados con la ola de alborotos, y muchos están preparados para abandonar sus hogares ante el más leve signo de ulteriores violencias. Criticó a los líderes musulmanes por su comportamiento durante la crisis, haciendo notar que algunas de sus declaraciones sobre el evento de Miss Mundo habían ayudado incluso a incitar la violencia.

La ciudad de Kaduna, en el estado de Kaduna, fue el centro de los alborotos. En Nigeria 12 estados (de un total de 36) en el norte del país han adoptado la Sharia, o ley islámica. Su introducción en el año 2000 provocó altercados en Kaduna que costaron la vida a dos mil personas. Los últimos hechos violentos tuvieron lugar después de que un periódico de Kaduna, ThisDay, publicara un artículo afirmando que el profeta Mahoma habría aprobado el desfile de belleza de Miss Mundo.

El Jeque Sidi Ali Sokoto, destacado predicador islámico, en declaraciones publicadas el 22 de noviembre en la revista Weekley Trust de Kaduna, condenaba la violencia, indicando: «No es islámico que la gente extienda el castigo más allá de la persona que cometió tal ofensa».

El jeque ligó en parte la violencia a al elevadísimo índice de desempleo de Nigeria (45%), que afecta especialmente a los jóvenes. Sokoto recomendó que el gobierno, además de reforzar la seguridad, cree trabajo para los jóvenes que ahora andan sueltos por las calles.

Por su parte, el gobierno federal atribuyó la culpa de la crisis a «una conspiración internacional maquinada por los hombres de negocios británicos y sudafricanos que utilizan a sus medios de prensa como aliados en el complot». Jerry Gana, Ministro para la Información y la Integración Nacional, declaraba que Nigeria se ganó el odio de estos hombres de negocios extranjeros al bloquear el intento de apartar a Zimbabwe de la Commonwealth, informó ThisDay el 28 de noviembre.

ThisDay expuso también el punto de vista del arzobispo anglicano de Abuya, Ola Makinde, quien declaraba: «Todo el malestar social y las agitaciones violentas a que estamos asistiendo no dejan de estar relacionados con la inconsciente introducción de la Sharia en algunos estados norteños».

El arzobispo expresó su sorpresa de que los cristianos fueran seleccionados por los ataques de los musulmanes, enfurecidos por el concurso de Miss Mundo, dado que el desfile de belleza es un «proyecto meramente secular».

Según el líder anglicano, fueron asesinadas más de 200 personas, la mayoría cristianos; algunas otras fueron mutiladas. Además, 15 iglesias fueron incendiadas y derribadas, y más de 30.000 personas fueron desplazadas. «Algunas de estas iglesias acababan de ser reconstruidas después de los anteriores ataques religiosos contra los cristianos en la misma ciudad de Kaduna», observaba.

La naturaleza radical del Islam practicado por algunos en la zona resultó evidente en la fatwa, o decreto, hecho público en el estado de Zamfara. La fatwa pedía la muerte del periodista cuyo artículo disparó los altercados. El supremo organismo islámico de Nigeria afirmó, sin embargo, que los musulmanes deberían ignorar la fatwa, informó Reuters el 28 de noviembre.

Factores escondidos tras la violencia
Un comentario del 24 de noviembre, en el periódico británico Observer, indicaba que el presidente Olusegun Obasanjo no había actuado con mayor fuerza contra la introducción de la ley islámica, porque necesita los votos del norte para lograr la reelección el año próximo.

La religión es un factor influyente en los conflictos y altercados, comentaba el Observer, pero hay mucho más en juego. «Muchas personas en el sur creen que el norte tiene una agenda política y quiere gobernar el país entero», observaba el artículo.

El New York Times del 1 de diciembre indicaba que en 1988 una «demostración provocativa» en otro país islámico africano, Mali, causó desmanes, pero no altercados. Entre los países africanos, Nigeria es un país sin parangón con su movimiento islámico radical y su violencia religiosa.

Nigeria, antigua colonia británica, es un caso singular al haber tenido en vigor la Sharia durante gran parte de los siglos XIX y XX, según aclara David Westerlund, experto en historia religiosa en la Universidad sueca de Uppsala, en declaraciones citadas por el Times. Su sistema federal también permite más autonomía a cada estado, dándoles la posibilidad de reintroducir la Sharia después de que fuera abolida por la constitución de 1980. Esto contrasta con otras naciones de África que, al igual que las ex colonias francesas, tienen gobiernos más centralizados.

Un comentario del 26 de noviembre de George Melloan en el Wall Street Journal examinaba la naturaleza religiosa del conflicto. Mientras consideraba provocativo llevar a cabo un certamen de belleza en un país con un importante número de musulmanes, criticaba el extremismo religioso: «La culpa de la violencia sangrienta se debe atribuir a quienes la cometieron. Las creencias religiosas no justifican el asesinato».

Examinando otros sucesos del pasado año, Melloan se preguntaba si la cristiandad occidental está haciendo frente a una guerra contra 1.200 millones de musulmanes. «Una prueba clara puede estar en que los clérigos radicales musulmanes han declarado la guerra a la civilización occidental», afirmaba. Sin embargo, «Occidente no tiene nada en contra del Islam». Pero luego añadía, quizá «los defensores de la jihad islámica son en conjunto un tema aparte y debe ser tratado así».

Escribiendo en el Wall Street Journal del 27 de noviembre, Princeton Lyman, embajador de Estados Unidos en Nigeria de 1986 a 1989, observaba la importancia estratégica del quinto proveedor de petróleo más importante de Estados Unidos. Nigeria, comentaba, no ha logrado conseguir «un gobierno efectivo, políticas económicas saneadas ni largos periodos de democracia aunque sea sólo formal». Y el presidente Obasanjo, elegido en 1999 con la esperanza de implantar un gobierno decente tras un periodo de dictadura militar, «se ha mostrado incapaz de dominar el sistema político democrático e igualmente incapaz de manejar las crecientes tensiones en el interior del país».

En un periodo de crisis económica, con el producto interior bruto per capita caído de los 750 dólares a menos de los 250 dólares actuales, «la religión se convierte en una tabla de salvación de desesperados y una llamada a reunir a los sin voz, a los empobrecidos y a los desplazados», observaba Lyman. Parte de la culpa, escribía, la tienen los predicadores radicales islámicos, algunos de ellos financiados por Arabia Saudí, que minan la autoridad de los líderes islámicos tradicionales de Nigeria.

El autor Salman Rushdie también criticó al islamismo radical. Escribiendo en el New York Times el 27 de noviembre, observaba las recientes protestas estudiantiles en Irán y se preguntaba: «¿En qué lugar del mundo musulmán se pueden oír las voces de la mayoría musulmana imparcial y tolerante, que deplora lo que los musulmanes nigerianos, egipcios, árabes y holandeses están haciendo?».

«El mundo islámico de hoy es prisionero, no de Occidente sino de secuestradores islámicos, que están luchando por m
antener cerrado un mundo que unos pocos están intentando abrir», afirmaba Rushdie. Pedía a los musulmanes moderados que salieran a la luz.

La estabilidad del mundo podría depender de la acogida que los moderados den a esta petición.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación