“Elecciones en paz”

Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas

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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, sábado, 3 de julio de 2010 (ZENIT.orgEl Observador).- Publicamos el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, México, con el título «Elecciones en paz».

 

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VER

En varios Estados de nuestra patria habrá elecciones el próximo domingo, desde presidentes municipales y diputados locales, hasta gobernadores. Condenamos sin reticencias los asesinatos que, en esta circunstancia, han acontecido, no sólo en Tamaulipas, sino también en algunas regiones de Chiapas: hubo un muerto en Oxchuc, por pleitos internos de un partido, y otros dos en Nachig, entre seguidores de dos partidos distintos; fueron incendiados vehículos y casas, y hubo varios heridos. Reprobamos toda violencia, venga de donde viniere, más cuando proviene de narcotraficantes que intentan influir en la elección de candidatos, eliminando a quien no coopere con sus torcidos intereses. Esto afecta el proceso electoral, pues puede inducir al miedo y aumentar el abstencionismo.

Muchos han degenerado las contiendas electorales, convirtiéndolas en luchas despiadadas por el poder, sin importarles nada, ni la verdad ni la justicia, ni la paz social ni el bien común, sino sólo ganar a como dé lugar. Y cuando los intereses de la droga contaminan el proceso, se genera un clima de desconfianza y de descalificaciones mutuas, que no ayudan a serenar el ambiente social. Se culpa de todo al gobierno, sin ir a las raíces de la descomposición moral que algunos han propiciado y aplaudido, destruyendo la familia y los valores morales. ¡Aquí están los frutos de lo que han sembrado!

JUZGAR

Obispos, sacerdotes, diáconos, religiosas, catequistas y ministros de culto de cualquier credo, no debemos usar la religión para apoyar candidatos de ningún signo; no hemos de partidizar, partir a los fieles, sino convocarlos a la unidad y al respeto mutuo. Pero también hemos de ofrecer los criterios del Evangelio, cuando hay que «emitir un juicio moral sobre las cosas que afectan al orden público, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas» (Benedicto XVI).

La Palabra de Dios ha de iluminar las conciencias, para analizar y tomar decisiones acordes con nuestra fe. El Evangelio dice que el valor de una persona, de un candidato o candidata, de una alianza o de un partido político, se demuestra en su lucha dentro de la verdad, la justicia y la paz. Quien busca un triunfo electoral, a costa de la paz social y de la armonía de la comunidad, se descalifica. La paz política es prioritaria a la prevalencia personal o partidista. Quien pretende imponerse por cualquier medio, incluso con armas, no tiene madurez humana, cristiana y política.

ACTUAR

Hago un llamado respetuoso a los líderes políticos, para que luchen apasionadamente por sus propuestas, pero que controlen y eduquen a sus seguidores en el respeto mutuo, pues quien no respeta a quienes militan en otras instancias, a sí mismo se desprestigia y no es digno de confianza para ocupar un puesto de gobierno en la comunidad.

Insisto en mi exhortación a participar con su voto responsable en las elecciones del próximo domingo. Analice Usted las razones de quienes siempre desconfían de nuestro sistema político y exhortan a no votar, así como las de quienes invitamos a acudir a las urnas. Somos responsables de elegir a quienes presidan nuestros ayuntamientos y congresos. De nosotros depende en gran parte tener unas u otras autoridades. No hay que ser apáticos e indiferentes, sino optar por la alianza, el partido o la persona que nos genere más confianza. Hoy, más que antes, nos hemos de fijar en las personas que encabezan una opción política, más que en un partido, o en una alianza, pues se han desdibujado las diferencias partidistas y lo que cuentan son las personas.

Nadie venda su voto, ni se deje engañar por promesas y regalos. Analicemos, iluminados por nuestra fe, las propuestas de campaña y las posibilidades reales que alguien tiene de cumplirlas. Seamos libres para apoyar a quien más nos convenza y que no nos presionen a emitir el voto por una opción. Con nuestro voto, libre y razonado, construyamos la paz social que el país requiere. La mejor forma de contrarrestar la violencia, es apoyando a quienes generen paz y progreso para todos, en particular para los pobres y marginados.

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ZENIT Staff

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