"Eluana es como un bebé que necesita ser alimentado"

Habla el presidente mundial de los médicos católicos

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BARCELONA, viernes, 25 julio 2008 (ZENIT.org).- Amor. Esta es la respuesta que ofrece el presidente mundial de los médicos católicos al caso de Eluana Englaro, la joven italiana en coma desde hace 16 años.

El caso adquirió un eco mundial, recordando el acaecido en Estados Unidos con Terry Schiavo, cuando un juez italiano autorizó al padre de la muchacha a provocarle la muerte, interrumpiendo la alimentación e hidratación.

El doctor Josep María Simón Castellví, presidente de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC), en declaraciones a Zenit, comienza reconociendo que este caso es «duro» para la familia, «menos duro» para ella (ya que no sufre), «muy soportable» para los cuidadores (ellos mismos lo han eclarado así con mucho cariño) y «desconcertante» para la opinión pública.

«A la familia yo sólo le daría la mano, le transmitiría mi afecto y no diría nada», sugiere este médico.

Ahora bien, el doctor Simón, advierte: «A Eluana, ¡no la podemos dejar morir por inanición o deshidratada!». 

«A los cuidadores les diríamos que ánimo, adelante, cuidáis el rostro sufriente de la humanidad y de Cristo».

«A la opinión pública, a los medios de comunicación, a jueces y políticos la Federación que presido les puede decir que no se puede matar, aunque sea por la vía de dejar de nutrir a alguien», afirma.

La FIAMC co-organizó en 2004 un congreso mundial sobre el estado vegetativo en el que Juan Pablo II y numerosos científicos recalcaron que «se debe alimentar a los enfermos cuando ellos no puedan hacerlo por sí mismos».

«Desde una realidad como la española, sólo recordaré que al terrorista de ETA De Juana Chaos el Gobierno socialista de España le alimentó a la fuerza en su huelga de hambre», recuerda el doctor Simón, y lo hizo «por razones ‘humanitarias'».

«La calidad de vida, en clave cristiana, es hacernos unos a otros felices y más humanos», concluye el doctor: «Eluana es como un bebé que necesita ser alimentado».

Por Miriam Díez i Bosch 

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ZENIT Staff

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