ISKENDERUN, miércoles, 11 marzo 2009 (ZENIT.org).- La emigración, el estatus jurídico, el secularismo y la indiferencia religiosa son los desafíos principales para la Iglesia en el sudeste europeo, donde además la comunidad eclesial es una minoría en contextos prevalentemente ortodoxos y musulmanes.
Es lo que se deduce de las conclusiones del XIX Encuentro de presidentes y delegados de las conferencias episcopales del sudeste de Europa, que tuvo lugar del 3 al 8 de marzo en Turquía, bajo forma de peregrinación tras las huellas de San Pablo, con motivo de los dos mil años del nacimiento del Apóstol de las Gentes.
Las conferencias episcopales presentes fueron ocho: Albania, Bosnia Herzegovina, Bulgaria, Grecia, Moldavia, Rumanía, la Conferencia Episcopal Internacional de los santos Cirilo y Metodio, y Turquía. El encuentro, promovido por el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), fue acogido por monseñor Luigi Padovese, vicario apostólico de Anatolia y presidente de la Conferencia Episcopal de Turquía.
En las conclusiones del evento, los participantes subrayan que el tema de la identidad cristiana ha puesto de manifiesto “el fenómeno de la ignorancia religiosa de muchos de nuestros fieles, los cuales no saben en qué consiste la fe en concreto”.
Por este motivo, observan, es necesario “reafirmar, en nuestra predicación y actividad pastoral, las verdades esenciales del cristianismo (muerte y resurrección de Jesús), como componentes primarias de nuestra identidad creyente”.
Algunos fieles, reconocen los delegados al encuentro, “mantienen más por motivos de tipo cultural, ético, comunitario o emocional su identidad cristiana, sin que esta comporte una madura opción de fe”. Frente a esto, emerge la necesidad de precisar a los fieles que “estos aspectos son importantes, pero es determinante el encuentro con la persona de Cristo”.
Del mismo modo, hay que insistir, ante los sacerdotes y sus colaboradores pastorales, que nunca se desligue el tratamiento de los temas morales de la fe que los determina.
Aludiendo al Año Paulino, los delegados recuerdan que “la esperanza cristiana es un elemento de identidad del discípulo de Jesús”. Por esto, siguiendo el magisterio de Benedicto XVI, invitan a los sacerdotes “a reanudar en su predicación y actividades pastorales los temas de la esperanza y de la vida eterna”.
Los representantes de las conferencias episcopales del sudeste de Europa subrayaron también los desafíos que debe afrontar la región, entre los que despunta la emigración. “Los obispos de nuestros países, en cuyas diócesis se encuentran fieles católicos emigrantes, se empeñan en colaborar con los obispos de origen para promover una atención pastoral común”, observan.
Otro problema es “el reconocimiento del estatus jurídico de las instituciones eclesiales en el ordenamiento legislativo del respectivo país”. Para hacer frente a esta situación, las conferencias episcopales interesadas “podrían iniciar una acción común ante las instancias europeas”, por ejemplo, “en colaboración con el enviado especial-observador permanente de la Santa Sede ante el Consejo de Europa y el CCEE”.
Las Iglesias del sudeste de Europa sufren además por el secularismo y la indiferencia religiosa, frente a los cuales se auguran “una mayor toma de conciencia” y “una colaboración de fuerzas espirituales para salir al encuentro de estos desafíos: colaboración entre seminarios diocesanos, clero, órdenes religiosas y organismos de fieles laicos”.
En un contextoen el que las Iglesias son minoritarias y viven en países de mayoría ortodoxa o musulmana, se desea por último “una mayor implicación suya tanto en el diálogo con las respectivas Iglesias ortodoxas desempeñado por el Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristiano, como también en el diálogo con el Islam promovido por el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso”.
“Los obispos asistentes se declaran dispuestos a apoyar las actividades del Forum católico-ortodoxo europeo, para profundizar cuestiones pastorales comunes referidas a la moral y la doctrina social de la Iglesia”, concluye el texto.
Traducido del italiano por Nieves San Martín
