Empieza un inédito curso sobre «Satanismo, exorcismo y oración de liberación»

Entrevista con Giuseppe Ferrari, secretario del Centro de Investigación sobre Sectas Religiosas

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ROMA, jueves, 17 febrero 2005 (ZENIT.org).- El exorcista padre Gabriele Nanni pronunció este jueves la lección inaugural del curso para sacerdotes sobre «Satanismo, exorcismo y oración de liberación» impartido en el Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum», centro universitario con sede en Roma.

Para comprender mejor la iniciativa que ha recibido amplio eco en los medios de comunicación de los cinco continentes, Zenit ha entrevistado a uno de los principales promotores, Giuseppe Ferrari, secretario del Centro de Investigación sobre Sectas Religiosas (GRIS) de Italia.

–Usted es uno de los inspiradores de este curso. ¿Cómo nació la idea y qué objetivos se proponen?

–Ferrari: En mi condición de secretario nacional del GRIS, tuve la oportunidad, hace un año, de hablar con un sacerdote de la diócesis de Imola (Italia), que me comunicó las dificultades de los sacerdotes que deseaban afrontar los problemas de personas que, entradas de algún modo en contacto con el mundo del ocultismo y de la magia, deseaban salir, o aquellas que se sentían de alguna manera como objetos de la acción del demonio.

La entrevista con aquel sacerdote me hizo reflexionar, y pensé que sólo se podía afrontar eficazmente el problema con una formación de los sacerdotes profunda y multidisciplinar, de nivel universitario, capaz de llenar una laguna pastoral que cada vez es más evidente.

El objetivo principal del curso es formar e informar a un número adecuado de sacerdotes, aunque después no vayan a ser exorcistas, para analizar mejor las peticiones de ayuda, de manera que respondan a ellas o dirijan hacia los exorcistas, oficialmente encargados, sólo aquellos casos verdaderamente necesitados de su intervención. A este primer objetivo, podemos también añadir la formación de médicos, psicólogos y juristas, poniéndolos al día sobre temas de actualidad que atañen a su profesión.

–¿Cuáles son los argumentos que afrontará el curso?

–Ferrari: El curso está dividido en siete áreas temáticas distribuidas en siete días, con un total de 28 horas. Aprobando un examen final, se tiene derecho a dos créditos universitarios. Se tratan aspectos antropológicos, fenomenológicos y sociológicos; aspectos bíblicos, históricos y espirituales; aspectos litúrgicos; aspectos científicos –médicos, psicológicos y naturales–; aspectos jurídicos y legales; testimonios de exorcistas. Sin entrar en los detalles del programa, es posible afirmar que el curso se propone profundizar en el exorcismo, no sólo en sus fundamentos teóricos, sino en el rito y los testimonios de algunos exorcistas sobre casos concretos.

–¿A qué se dedica exactamente el GRIS?

–Ferrari: El GRIS es una asociación privada de fieles, aprobada por la Conferencia Episcopal Italiana, que, entre otras cosas, busca promover en los campos cultural, religioso, científico y social, la investigación, estudio y discernimiento, y proporcionar información sobre religiones, sectas y los fenómenos relacionados con ellas; así como cuidar la formación y la actualización de educadores y agentes de diversos niveles.

–Desde el GRIS, ¿han ayudado a personas a salir de una secta satánica?

–Ferrari: Hemos ayudado a algunas personas a salir de la experiencia de las sectas satánicas pero, para ayudarles a salir de su implicación en el ambiente satánico, no hemos hecho nada especial, porque generalmente han sido ellas las que se han dirigido a nosotros pidiendo ayuda para superar sus momentos de perplejidad y dificultades. Entonces hemos echado mano de nuestra competencia y experiencia de veinte años de trabajo, en el ámbito de la investigación sobre sectas y de la asistencia social y pastoral a las personas implicadas en las mismas, para tratar de afrontar, con el auxilio de especialistas en diversos campos, los problemas de estas personas que, muchas veces, son de tipo espiritual y psicológico y, a veces, legal.

Una ayuda notable, tanto para hacer salir a las personas de estos ambientes como para acompañar a quienes ya se han alejado de los mismos, lo puede dar el recurso a la oración personal y comunitaria. Tenemos el testimonio de personas que, a través de la oración propia y de otros, han obtenido grandes beneficios, logrando superar situaciones de gran dificultad espiritual y de malestar existencial.

–¿Qué soluciones propone para afrontar el problema que plantean este tipo de sectas?

–Ferrari: No existen soluciones sencillas que permitan afrontar eficazmente los problemas causados por el llamado fenómeno de las sectas. En su conjunto hay que afrontarlo al menos desde tres perspectivas: cultural, pastoral y social.

Desde el punto de vista cultural, es oportuno continuar el estudio del fenómeno, creando oportunas cátedras y cursos universitarios, y favoreciendo una información correcta, e intelectualmente honesta. Es muy importante enseñar a las personas a afrontar, con espíritu crítico y escepticismo, las presiones de determinados ambientes sectarios; además es oportuno profundizar ciertos temas para ofrecer respuestas profundas y bien motivadas a los interrogantes y a las objeciones que provienen de esos mismos ambientes. Hay que alentar también a los medios de comunicación para que ofrezcan propuestas informativas y formativas, bien estructuradas e informadas, así como es deseable un uso inteligente por parte de su público.

La perspectiva pastoral concierne directamente a la intervención de la Iglesia. La Iglesia se hace cargo de los sufrimientos espirituales, morales y a veces psíquicos de las personas que salen de experiencias traumáticas, que tocan su esfera espiritual y psicológica, dejando heridas que no son fáciles de cicatrizar, a no ser que se recurra a la ayuda de Dios. Esta tarea de ayuda prevé, obviamente, una postura de disponibilidad y de apertura hacia la fe.

Por último, en cuanto al aspecto social, además de subrayar en parte lo antes dicho para los aspectos culturales, hay que tener en cuenta las estructuras públicas, y en especial, las del mundo político. Sin prejuicios, es necesario analizar las consecuencias negativas que pueden tener para la vida de ciudadanos, de las familias y de las comunidades.

–¿Cuál puede ser, en particular, la aportación de los sacerdotes?

–Ferrari: El primer aspecto a considerar es el vocacional. Un sacerdote que no tenga una profunda y auténtica vocación no podrá jamás ser un guía espiritual auténtico y autorizado para la comunidad que se le confía.

Un segundo aspecto es el de la formación. Esta tarea, por la que los sacerdotes aprenden a distinguir y rechazar los errores filosóficos, doctrinales, teológicos, históricos y de interpretación bíblica, constituye un deber improrrogable, pues las sectas se difunden en el campo católico, aprovechando no sólo las necesidades y las aspiraciones de las personas, sino también falsificando la historia, manipulando o interpretando erradamente la Sagrada Escritura, introduciendo inaceptables tesis teológicas, discutibles doctrinas y precipitadas tesis filosóficas.

Pero la nueva apologética no debe ser de contraposición sino que debe estar abierta al diálogo profundo, lúcido y flexible; deberá saber relacionarse con las diferentes disciplinas: teológicas, filosóficas, históricas, científicas, económicas, artísticas, etc., y deberá proyectar la verdad para iluminar los diferentes problemas humanos y ofrecer al hombre de hoy las razones fundadas de la esperanza cristiana.

Ofrecer a los futuros sacerdotes una equilibrada y profunda formación teológica, moral, espiritual, servirá para evitar, o al menos reducir considerablemente, el riesgo de que haya presbíteros que queden seducidos por arriesgadas elucubraciones teológicas, o experimentac
iones litúrgicas y pastorales de indudables connotaciones sincretistas.

Por tanto, es bueno recordar que la Iglesia tiene cada vez más necesidad de sacerdotes santos, no de difusores de ambiguas tesis teológicas y extrañas prácticas litúrgicas y pastorales, porque sólo los sacerdotes santos son capaces de renovarla dándole nueva savia y nuevo vigor, y capacidad de marcar los impulsos necesarios para poner en marcha las correctas respuestas a los diversos desafíos de la sociedad contemporánea.

Por último, una situación, que la difusión de una religiosidad mágica y supersticiosa ha contribuido a generar, es la petición cada vez más urgente de sacerdotes que den bendiciones, para anular los efectos negativos de supuestos maleficios, o que ejerzan el ministerio del exorcismo ante presuntos poseídos del demonio.

Las peticiones son cada vez más numerosas y crean notables problemas al clero y a las diócesis, pues en estos temas la formación sacerdotal ha sido últimamente muy escasa, o inexistente. También es oportuno llenar esta laguna. Una de las vías maestras a seguir no es sólo la de nombrar a algún exorcista (que se vería luego sobrepasado de peticiones a las que no podría responder), o una comisión diocesana integrada por expertos en algunos campos (por ejemplo, además del teológico-pastoral, el médico y psicológico), sino sobre todo la de formar en este tema concreto a un gran número de sacerdotes. Como decía al inicio, este es el principal objetivo del curso.

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ZENIT Staff

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