En Azerbaiyán la gente comienza a llamar a la puerta de la Iglesia

Habla el padre Pravda, el único párroco de Azerbaiyán

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BAKÚ, 22 mayo 2002 (ZENIT.orgAvvenire).-¿Qué hace el Papa en Azerbaiyán, donde hay menos de doscientos católicos? Responde el único párroco del país, el padre Jozef Daniel Pravda, un salesiano eslovaco.

Con 54 años, responsable de la «Missio sui juris» en Bakú, está cansado de que le hagan esta pregunta. Y responde decidido: «Si miramos las cosas con los ojos de la fe, esta visita representa una de las cumbres de la actividad misionera del Pontífice».

«No va sólo donde dominan los grandes números (como Brasil, Estados Unidos), en medio de millones de fieles –aclara–. Acude también allí donde los católicos son sólo pocas decenas para reforzar su fe, para testimoniar al mundo que ningún lugar es extraño a la lógica de la gracia divina».

«Dios se sirve de todo. Esta visita es una obra maestra del espíritu. Y el hecho de que Juan Pablo II la realice cuando está al límite de sus fuerzas, probado por la edad y la enfermedad, es un testimonio impresionante de santidad», asegura.

El apellido del padre Pravda en lengua eslava significa «verdad». Llegó a Bakú en otoño de 2000, tras haber trabajado durante muchos años en Siberia. Pero la acogida en Azerbaiyán no ha sido muy calurosa.

«Hemos tenido muchos problemas y ninguna estructura; y sobre todo una gran incertidumbre, incluso a nivel jurídico –explica–. Mi visado llegaba siempre con retraso y tenía que pedirlo cada mes. Era prácticamente un ilegal».

En el verano de 2001, cambiaron las cosas con el nombramiento de un nuevo responsable gubernamental para los Asuntos Religiosos, Rafik Aliev, que ha dado un marco jurídico seguro a las comunidades religiosas y ha acelerado los preparativos de la visita del Papa.

«También la Iglesia Ortodoxa local ha dado una mano para hacer posible la visita del Papa –revela satisfecho el padre Jozef–. Hemos trabajado juntos en plena armonía, implicando también al jeque jefe de la comunidad musulmana».

Y ahora mira al futuro con gran confianza y optimismo. Como buen salesiano, tiene tantos proyectos: un comedor para los pobres y un centro de formación profesional para los jóvenes en un país donde la educación experimenta un nivel muy bajo.

«La ley nos prohíbe hacer actividad misionera pero hay mucha gente que se acerca a la Iglesia. Yo me limito a no cerrar la puerta en la cara a quien llama», declara tranquilo el padre «Verdad», que nunca habría imaginado que recibiría al Papa en su pequeña parroquia, en el confín entre Asia y Europa.

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ZENIT Staff

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