En el día de la Inmaculada, Benedicto XVI presenta el camino hacia la paz

Tradicional acto de veneración en la Plaza de España en el centro de Roma

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 9 diciembre 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI presentó este sábado, en el día de la Inmaculada Concepción, a María como guía hacia la auténtica paz, que se basa en el reconocimiento de que todos los hombres y mujeres son hijos de Dios.

En el tradicional acto de veneración de la Virgen, en una Plaza de España llena de romanos, peregrinos y turistas a pesar de la lluvia, el Papa lanzó ante la columna de María un «mensaje de luz y de esperanza».

La Virgen, dijo tras ser acogido a las 16,00 horas por el aplauso de los más de diez mil presentes, «nos recuerda que todos somos hermanos y que Dios es nuestro Creador y nuestro Padre».

«Sin Él, o peor todavía contra Él –aclaró–, nosotros, los hombres, no podremos encontrar el camino que lleva al amor, no podremos derrotar nunca el poder del odio y de la violencia, nunca podremos construir una paz estable».

Por este motivo, invitó «a los hombres de toda nación y cultura» a acoger «este mensaje de luz y de esperanza»: «que lo acojan como don de las manos de María, Madre de toda la humanidad».

«Si la vida es un camino, y este camino a veces se hace oscuro, duro y cansado, ¿qué estrella podrá iluminarlo?», preguntó el obispo de Roma.

Citando su encíclica Spe salvi, publicada el 30 de noviembre, reconoció que «en nuestro viaje común por el mar de la historia tenemos necesidad de «luces de esperanza», es decir, de personas que saquen luz de Cristo y que de este modo ofrezcan orientación par toda nuestra travesía».

«Y, ¿quién mejor que María puede ser para nosotros «Estrella de esperanza»?».

«Con su «sí», con la entrega generosa de la libertad recibida del Creador, permitió que se haga realidad la esperanza de los milenios, que entrara en este mundo y en la historia», respondió.

«A través de ella Dios se hizo carne –añadió–, y se convirtió en uno de nosotros, puso su morada entre nosotros».

El Papa concluyó su intervención con esta oración dirigida a María: «indícanos el camino que lleva a la paz, el camino hacia el reino de Jesús».

Al final cuando ya no llovía, Benedicto XVI se dirigió en francés a los peregrinos congregados en los santuarios marianos de Lourdes y Fourvière (en la ciudad de Lyón), con motivo del inicio del año jubilar por el 150 aniversario de las apariciones de María en la gruta de Massabielle.

A su llegada, el Papa fue acogido por su vicario para la diócesis de Roma, el cardenal Camillo Ruini, y el alcalde de Roma, Walter Veltroni, así como por otros miembros de la Curia Romana, como el cardenal español Julián Herranz, y el director de «L’Osservatore Romano», Giovanni Maria Vian.

Al terminar la ceremonia, en la que cantó el coro de la Catedral de Pamplona, el Papa saludó al embajador de España ante la Santa Sede, Francisco Vázquez, quien le presentó la restauración de la fachada de la Embajada, la más antigua del mundo. Benedicto XVI, sonriente, saludó con la mano a las personas que se encontraban en el balcón de la sede de la representación diplomática.

La celebración marcó también los 150 años de la erección y bendición, por parte del Papa Pío IX, de la estatua de María de la plaza España, en 1857, tres años después de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción.

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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