En el rostro de los enfermos está el de Cristo, afirma el Papa

Mensaje de Benedicto XVI para la XIX Jornada Mundial del Enfermo

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 CIUDAD DEL VATICANO, lunes 20 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- En su mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrará como cada año el 11 de febrero, memoria de la Beata Virgen de Lourdes, el Papa Benedicto XVI invita a reconocer en el rostro de los enfermos el de Jesús, y a ponerse al servicio del prójimo sufriente.

La Jornada Mundial del Enfermo, subraya el Papa, es una “ocasión propicia para reflexionar sobre el misterio del sufrimiento y, sobre todo, para hacer a nuestras comunidades y a la sociedad civil más sensibles hacia los hermanos y las hermanas enfermos”.

“Si cada hombre es hermano nuestro, tanto más el débil, el sufriente y el necesitado de cuidados deben estar en el centro de nuestra atención, para que ninguno de ellos se sienta olvidado o marginado”, observa, añadiendo que “la medida de la humanidad se determina esencialmente en la relación con el sufrimiento y con el que sufre”. 
“Que en el rostro de los enfermos sepáis ver siempre el Rostro de los rostros: el de Cristo”, pide el Papa.

Llagas redentoras

En el Mensaje, el Pontífice recuerda su viaje a Turín del pasado 2 de mayo, cuando pudo “estar en reflexión y oración ante la Sagrada Síndone, ante ese rostro sufriente, que nos invita a meditar sobre Aquel que llevó sobre sí la pasión del hombre de todo tiempo y de todo lugar, y también nuestros sufrimientos, nuestras dificultades, nuestros pecados”.

“El Hijo de Dios sufrió, murió, pero ha resucitado, y precisamente por esto esas llagas se convierten en el signo de nuestra redención, del perdón y de la reconciliación con el Padre”.

Pero la pasión es también “un banco de prueba para la fe de los discípulos y para nuestra fe: cada vez que el Señor habla de su pasión y muerte, ellos no comprenden, rechazan, se oponen”, reconoce. “Para ellos, como para nosotros, el sufrimiento permanece siempre lleno de misterio, difícil de aceptar y de llevar”. 

Dirigiéndose a los “queridos enfermos”, el Papa recuerda que “es precisamente a través de las llagas de Cristo como nosotros podemos ver, con ojos de esperanza, todos los males que afligen a la humanidad”. 

“Resucitando, el Señor no ha quitado el sufrimiento ni el mal del mundo, sino que los ha vencido de raíz. A la prepotencia del mal ha opuesto la omnipotencia de su Amor. Nos indicó, así, que el camino de la paz y de la alegría es el Amor”.

“Dios, la Verdad y el Amor en persona, quiso sufrir por nosotros y con nosotros; se hizo hombre para poder com-padecer con el hombre, de modo real, en carne y sangre”. 

Por esto, “en cada sufrimiento humano, ha entrado Uno que comparte el sufrimiento y la soportación; el cada sufrimiento se difunde la con-solatio, la consolación del amor partícipe de Dios para hacer surgir la estrella de la esperanza”.

Jóvenes

Ante la próxima Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Madrid (España) en agosto de 2011, el Papa dirige también “un pensamiento particular a los jóvenes, especialmente a aquellos que viven la experiencia de la enfermedad”. 

“A menudo la Pasión, la Cruz de Jesús dan miedo, porque parecen ser la negación de la vida. ¡En realidad, es exactamente al contrario! La Cruz es el ‘sí’ de Dios al hombre, la expresión más alta y más intensa de su amor y la fuente de la que brota la vida eterna.”. 

“Del corazón atravesado de Jesús ha brotado esta vida divina. Solo Él es capaz de liberar el mundo del mal y de hacer crecer su Reino de justicia, de paz y de amor al que todos aspiramos”.

En este contexto, anima a los jóvenes a aprender “a ‘ver’ y a ‘encontrar’ a Jesús en la Eucaristía, donde está presente de modo real por nosotros, hasta el punto de hacerse alimento para el camino”, pero también a saberlo “reconocer y servir en los pobres, en los enfermos, en los hermanos sufrientes y en dificultad, que necesitan vuestra ayuda”.

“A todos vosotros jóvenes, enfermos y sanos, repito la invitación a crear puentes de amor y de solidaridad, para que nadie se sienta solo, sino cercano a Dios y parte de la gran familia de sus hijos ”, añade.

Por último, invita a las autoridades “para que inviertan cada vez más energías en estructuras sanitarias que sean de ayuda y de apoyo a los que sufren, sobre todo a los más pobres y necesitados”.

 

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ZENIT Staff

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