En India, hierve la lucha por la libertad de conciencia

Entrevista al cardenal Telesphore Toppo

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KKOTTONGNAE, viernes, 18 junio 2009 (ZENIT.org).- En la conferencia internacional «Amor en acción», organizada en estos días por Los Servicios de la Renovación Carismática Internacional Católica (ICCRS) en Kkottongnae, Corea del Sur, ha participado también el cardenal Telesphore Toppo, arzobispo de Ranchi y presidente de la Conferencia Episcopal India, que ha sido entrevistado por ZENIT.
 
–¿Cuál es la situación de la fe en India?
 
–Toppo: Responderé con una frase del padre de la patria, el pandit Nehru: «En India, el cristianismo es antiguo respecto al cristianismo mismo». El pueblo indio es un pueblo religioso, tanto más lo son los cristianos que conocen a Jesús: no hay nadie como El.
 
–¿Cuántos son hoy los católicos?
 
–Toppo: La India es un país inmenso, difícil fotografiarlo por entero. La fe llegó con el apóstol Tomás, pero en mi estado, por ejemplo, en 1885, cuando llegó de Bélgica el misionero Constant Lievens, sólo había 56 católicos. Siete años después, cuando Lievens tuvo que irse, dejó 80.000 bautizados y más de 20.000 catecúmenos, una explosión de fe increíble, conocida como «el milagro de Chotanagpur».
 
–¿Qué entidad tiene y qué papel la Renovación Carismática?
 
–Toppo: Está por todas partes, a nivel diocesano y regional, y tienen también centros para retiros. Uno de los frutos más apreciables de esta presencia es que ha llevado entre los fieles el amor por la Palabra de Dios, que antes no era muy sentida por los católicos.
 
–¿Qué piensa del resultado de las últimas elecciones nacionales?
 
–Toppo: Ha sido un éxito fenomenal que ha marcado la derrota de los fundamentalistas. El nuevo gobierno está formado por personas que siguen los principios de Mahatma Gandhi, que encarnaba la parte mejor del hinduismo. Si la India hoy puede vanagloriarse de la mayor democracia del mundo es gracias a la fe de su gente, un pueblo heterogéneo que tiene sin embargo la confianza en Dios y en el prójimo.
 
–¿Podrán poner fin a la persecución de los cristianos?
 
–Toppo: La persecución es difícil de contener, es como un cáncer. Temo en cambio que podrá incluso aumentar, porque ahora que los fundamentalistas no pueden ya infiltrarse en la burocracia y los puestos de mando, estudiarán cualquier modo para poner en dificultades al gobierno. Cuando fui hecho cardenal, en 2003, el líder de uno de estos grupos fundamentalistas dijo: «¿Por qué deberíamos aceptar este reconocimiento extranjero? Los cristianos se deben ir de la India». Yo vengo de un país tribal, Jharkhand, por lo que respondí: «Que se vaya antes él. Yo vengo de una de las primeras tribus de la India, por tanto soy más indio que él».
 
–¿Abolirán las leyes anticonversión?
 
–Toppo: Para decir la verdad, incluso el Partido del Congreso aprobó leyes anticonversión -se sabe, en política se debe contentar un poco a todos- pero no eran tan rígidas. Que hagan las leyes si quieren, los cristianos son los más obedientes y cumplidores de todos.
 
–¿Por qué los cristianos son tomados como blanco?
 
–Toppo: A los ojos de los fundamentalistas, incluso los musulmanes son enemigos de la India, pero los musulmanes contraatacan, por lo que hoy los dejan en paz. A los cristianos los perciben en cambio como una amenaza eliminable. En el punto de mira están en especial los miembros de tribus, porque el mayor número de conversiones se dan entre ellos, y entre los dalit o «intocables». Los pueblos tribales, a pesar de las muchas persecuciones de la historia, han conservado la propia lengua y el propio sistema social, por lo que si se convierten pueden formar una clase media, catalizadora entre los dalit y las clases superiores.
 
Está claro que si se convirtieran los 100 millones de dalit y los 70 millones de tribales, se produciría un desplazamiento social y político inmenso.
 
–Y sin embargo el hinduismo es considerado la religión de la tolerancia y la paz…
 
–Toppo: ¿Puede haber paz con el sistema de castas? ¿Cuándo no se atribuye igual dignidad al propio semejante? El mahatma Gandhi liberó a la India del imperialismo británico, pero aquella liberación no fue completada. El representaba la universalidad, una idea absolutamente cristiana. Si hubiera vivido más tiempo, hubiera abolido las castas, el matrimonio infantil, el sistema de la dote, la condena a muerte de las esposas. La India debe liberarse de todos estos males y también de los fundamentalistas, una pequeña parte del país, apenas el 11%, pero que tiene las mismas ideas que tenían Hitler y Mussolini.
 
En suma, hay todavía mucho que hacer, la lucha llevada a cabo por Gandhi para la liberación continúa. En este contexto hay que ver la persecución. Forma parte de la lucha por la libertad: la libertad de conciencia.
 
Por Alessandra Nucci, traducido del italiano por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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