En la desesperación existencial, la oración redescubre el gusto de la vida; según el Papa

Exige el deseo de hacer la voluntad de Dios, aclara

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

CIUDAD DEL VATICANO, 9 julio 2003 (ZENIT.org).- En los momentos de angustia y de «pesadilla mortal», la oración, acompañada por el compromiso de hacer la voluntad de Dios, devuelve el auténtico gusto por la vida, asegura Juan Pablo II.

En esta ocasión, la meditación que ofreció a los más de 7.000 peregrinos congregados en la Sala de las Audiencias del Vaticano, centrada en el Salmo 142, estuvo marcada por descripciones sobrecogedoras de la crisis existencial.

El Papa, que la describió presentando dramáticos pasajes de esa composición poética bíblica: el ser humano se siente «postrado en el polvo de la tierra, que es una imagen del sepulcro». Al mismo tiempo, «presenta las tinieblas, que son la negación de la luz, signo divino de vida»

Llega, incluso, a mencionar «»los muertos ya olvidados», entre los cuales parece que ya está relegado» el que escribe el Salmo.

«La misma existencia queda devastada», añadió. «Le falta la respiración y siente el corazón como un pedazo de hielo, incapaz de seguir latiendo».

Pero la depresión existencial más profunda, añadió, se siente cuando el creyente ya no es capaz dirigirse a Dios. «La desaparición del rostro divino hace que el hombre se hunda en la desolación, es más, en la misma muerte, pues el Señor es el manantial de la vida».

En esos momentos sólo una oración hecha grito puede levantarnos del abismo, explicó el sucesor de Pedro: «Escúchame en seguida, Señor, que me falta el aliento».

«Precisamente en esta especie de última frontera florece la confianza en el Dios que no abandona», añadió.

En esa situación, la oración se hace compromiso: «Enséñame a cumplir tu voluntad, ya que tú eres mi Dios», dice el Salmo.

«Tenemos que asumir esta admirable petición –aclaró el Papa–. Tenemos que comprender que nuestro bien más grande es la unión de nuestra voluntad con la voluntad de nuestro Padre celestial, pues sólo así podemos recibir todo su amor, que nos lleva a la salvación y a la plenitud de la vida».

«Si no es acompañada por un intenso deseo de docilidad a Dios, la confianza en Él no es auténtica», afirmó.

Es una «auténtica profesión de confianza en Dios salvador, que arranca de la angustia y vuelve a dar gusto de la vida, en nombre de su «justicia», es decir, de su fidelidad amorosa y salvadora».

«Surgida de una situación particularmente angustiosa, la oración desemboca en la esperanza, en la alegría y en la luz, gracias a una sincera adhesión a Dios y a su voluntad, que es una voluntad de amor. Esta es la potencia de la oración, regeneradora de vida y de salvación», concluyó el Papa.

Con esta meditación el Papa continuó la serie de intervenciones sobre los Salmos y Cánticos del Antiguo Testamento que pueden consultarse en la página web de Zenit en la sección «Audiencia general del miércoles» ( http://www.zenit.org/spanish/audiencia/).

Fue el último encuentro con los peregrinos en el Vaticano de este verano boreal, pues este jueves el pontífice se trasladará a la residencia pontificia de Castel Gandolfo.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación