En la historia de la Iglesia nunca faltará la persecución, advierte el Papa

Pero ésta se convierte en fuente de misión, aclara en la audiencia general

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 10 enero 2007 (ZENIT.org).- En la historia de la Iglesia nunca faltará la persecución, considera Benedicto XVI, pero ésta se convierte en fuente de misión.

Esta es la lección que deja el testimonio de san Esteban, el primer mártir cristiano, explicó el Papa en la audiencia general de este miércoles, concedida en el Aula Pablo VI, dedicada a presentar esta figura decisiva de la Iglesia naciente.

Esteban era uno de los primeros siete «diáconos» creados por los apóstoles, lapidado en las afueras de Jerusalén por judíos que le acusaron de blasfemia por anunciar a Jesús, «crucificado y resucitado», como «el punto de llegada de toda esta historia», según cuentan los Hechos de los Apóstoles.

Recordando la narración de su martirio, del que fue testigo Saulo de Tarso, futuro san Pablo, el obispo de Roma explicó en la audiencia que el «protomártir» «nos habla sobre todo de Cristo, de Cristo crucificado y resucitado como centro de la historia y de nuestra vida».

San Esteban, aclaró el Papa a los 7.000 peregrinos presentes, permite «comprender que la Cruz ocupa siempre un lugar central en la vida de la Iglesia y también en nuestra vida personal».

«En la historia de la Iglesia no faltará nunca la pasión, la persecución –subrayó–. Y precisamente la persecución se convierte» en «fuente de misión para los nuevos cristianos».

El sucesor del apóstol Pedro citó la famosa frase de Tertuliano (155-230): «Nosotros nos multiplicamos cada vez que somos segados por vosotros: la sangre de los cristianos es una semilla».

Ahora bien, siguió indicando, «también en nuestra vida la cruz, que no faltará nunca, se convierte en bendición».

«Y aceptando la cruz, sabiendo que se convierte y es bendición, aprendemos la alegría del cristiano, incluso en momentos de dificultad», señaló.

Para el pontífice, «el valor del testimonio es insustituible, pues el Evangelio lleva hacia él y de él se alimenta la Iglesia».

San Esteban «nos enseña a amar la Cruz, pues es el camino por el que Cristo se hace siempre presente de nuevo entre nosotros», remachó.

La catequesis papal ofreció una segunda lección al recordar que los primeros siete «diáconos», como san Esteban, fueron nombrados por voluntad de los apóstoles para asistir a los primeros cristianos que vivían en la pobreza, en especial a las viudas.

Esteban, aclaró, comprendió que «no era posible disociar caridad del anuncio» de Cristo.

«Con la caridad, anuncia a Cristo crucificado, hasta el punto de aceptar incluso el martirio»: «caridad y anuncio van siempre juntos.

La intervención del Papa continúa con la serie de meditaciones que está ofreciendo sobre los personajes más destacados de la Iglesia naciente, después de haber analizado las figuras de los apóstoles. Pueden consultarse en la sección «Documentos» de la página web de www.zenit.org.

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ZENIT Staff

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