En mayo, Benedicto XVI invita a «contemplar a Cristo con los ojos de María»

Mes particularmente dedicado a la Virgen

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 2 mayo 2005 (ZENIT.org).- Al comenzar el mes de mayo, tradicionalmente dedicado a la Virgen, el Papa Benedicto XVI invitó a los creyentes a «contemplar a Cristo con los ojos de María».

Al dirigirse a los 50.000 peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro para rezar la oración mariana del «Regina Caeli», recogió al final de su intervención el legado de devoción mariana dejado por su predecesor.

«Con la palabra y, más aún, con el ejemplo, el Papa Juan Pablo II nos enseñó a contemplar a Cristo con los ojos de María, valorando especialmente la oración del santo Rosario», afirmó.

El padre Jesús Castellano Cervera, O.C.D., consultor de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe, en una entrevista concedida a Zenit, ha explicado algunos de los rasgos característicos de la relación entre el nuevo Papa y la Virgen María.

«En sus primeras palabras, el Papa dijo con sencillez filial que María siempre está de nuestra parte –ha explicado el religioso carmelita–. Tenemos que estar muy atentos a la manera apropiada de expresarse sobre María. Una síntesis de su pensamiento lo encontramos en el libro titulado «María, Iglesia naciente» (Ediciones Encuentro, 1999). Cuando Juan Pablo II escribió la encíclica «Redemptoris Mater», el cardenal Joseph Ratzinger, junto a Hans Urs von Balthasar, escribió una bella introducción para leer ese texto».

«Yo veo en él un «perfil mariano» interior, en la manera de ser y de acoger, de testimoniar, una devoción mariana interiorizada y personalizada», añade el profesor de Teología Sacramentaria y de Espiritualidad en la Pontificia Facultad Teológica «Teresianum» de Roma.

«Un Papa mariano no sólo es el que expresa una intensa devoción mariana exterior, sino también –y ésta es quizá la característica de Benedicto XVI–, quien expresa una profunda comunión con la Madre del Señor y de la Iglesia, reviviendo sus sentimientos y actitudes, con una paternidad espiritual que tiene también el tono mariano y materno de un amor respetuoso y acogedor de todos», concluye el experto en mariología.

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ZENIT Staff

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