En momentos de angustia, el Papa presenta la certeza de la salvación

Al meditar en el Salmo 117 propone a Cristo como único salvador

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CIUDAD DEL VATICANO, 5 diciembre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II lanzó este miércoles un mensaje de confianza, especialmente en momentos de temor, pues la resurrección de Cristo constituye la victoria definitiva sobre el mal.

«Incluso en la angustia es necesario conservar la llama de la confianza, pues la mano potente del Señor lleva a su fiel a la victoria sobre el mal y a la salvación», afirmó el pontífice en la audiencia general de este miércoles en la que meditó sobre el Salmo 117.

Continuó de este modo, ante unos diez mil peregrinos de todo el mundo congregados en la sala de audiencias Pablo VI, la serie de meditaciones sobre los Salmos y cánticos del Antiguo Testamento que los cristianos rezan en la Liturgia de las Horas.

El pasaje bíblico utiliza imágenes fuertes y vivas para describir el comprensible temor del creyente: «los adversarios crueles son comparados a un enjambre de avispas o a una columna de fuego que avanza dejando todo hecho cenizas», evocó el Papa.

«Pero la reacción del justo, apoyado por el Señor, es vehemente –siguió explicando–: en tres ocasiones repite: «en el nombre del Señor los rechacé»». El original hebreo pone de manifiesto una intervención destructiva del mal, subrayó.

Sin embargo, la fuerza del creyente no está en sus propios recursos, sino en Dios, siguió aclarando. «Por este motivo –ilustró con el Salmo–, la alegría por la victoria sobre el mal deja lugar a una profesión de fe muy sugerente: «el Señor es mi fuerza y mi energía, Él es mi salvación»».

El pasaje poético bíblico pronuncia esta convicción con palabras que después se convertirían en proféticas en la persona de Cristo: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular». Siglos después, el mismo Jesús la citaría para describir su misión.

El apóstol Pedro en los Hechos de los Apóstoles la explicó con estas palabras: Cristo «es la piedra que vosotros los constructores habéis despreciado y que se ha convertido en piedra angular. Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos».

De este modo, concluyó el Papa, el Salmo 117 alienta a los cristianos a descubrir en Cristo el único salvador, y en su muerte y resurrección «el día en que actuó el Señor».

Con el Salmo los creyentes pueden cantar llenos de gratitud, concluyó: «Mi fuerza y mi canto es el Señor, Él es mi salvación». Aquí estriba la esperanza cristiana.

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ZENIT Staff

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