En tiempos de indiferencia, el Papa recuerda a los mártires africanos de la Eucaristía

Murieron por violar la orden del emperador que prohíba la misa dominical

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BARI, domingo, 29 mayo 2005 (ZENIT.org).- En tiempos de indiferencia religiosa, Benedicto XVI presentó este domingo en Bari el ejemplo de los mártires del norte de África que dieron la vida por celebrar la misa el domingo.

Las palabras de estos cristianos, asesinados en la persecución del emperador romano Diocleciano, en el año 304, se habían convertido en el lema del Congreso Eucarístico Nacional Italiano que el Papa clausuró en la costera ciudad de Abulia: «Sin el domingo no podemos vivir».

El emperador, recordó el Santo Padre, había prohibido a los cristianos, «so pena de muerte, poseer las Escrituras, reunirse el domingo para celebrar la Eucaristía y construir lugares para sus asambleas».

En Abitene, pequeña localidad en lo que hoy es Túnez, en un domingo se sorprendió a 49 cristianos que, reunidos en la casa de Octavio Félix, celebraban la Eucaristía, desafiando las prohibiciones imperiales, siguió recordando el pontífice Arrestados, fueron llevados a Cartago para ser interrogados por el procónsul Anulino.

«En particular, fue significativa la respuesta que ofreció Emérito al procónsul, tras preguntarle por qué habían violado la orden del emperador», recordó.

«Le dijo: «Sin el domingo no podemos vivir», sin reunirnos en asamblea el domingo para celebrar la Eucaristía no podemos vivir –explicó el sucesor del apóstol Pedro–. Nos faltarían las fuerzas para afrontar las dificultades cotidianas y no sucumbir».

Después de atroces torturas, los 49 mártires de Abitene fueron asesinados. «Confirmaron así, con el derramamiento de sangre, su fe. Murieron, pero vencieron: nosotros les recordamos ahora en la gloria de Cristo resucitado», indicó.

El Papa pidió a los cristianos del siglo XXI reflexionar sobre esta experiencia, pues «tampoco es fácil para nosotros vivir como cristianos» en un mundo «caracterizado con frecuencia por el consumismo desenfrenado, por la indiferencia religiosa, por el secularismo cerrado a la trascendencia».

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ZENIT Staff

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