En tiempos de terrorismo y violencia, volver al Rosario, propone el cardenal de Vilnius

En el Simposio Teológico y Pastoral que prepara el Congreso Eucarístico Internacional

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GUADALAJARA, jueves, 7 octubre 2004 (ZENIT.orgEl Observador).-El cardenal Jonzas Andrys Backis, arzobispo de Vilnius (Lituania), propuso durante la homilía de inicio del segundo día de trabajo del Simposio Teológico Pastoral, volver los ojos a María, «primer tabernáculo» y contemplar con ella los misterios de la fe en Cristo.

Al presidir la Eucaristía, el cardenal Backis hizo una analogía entre la presencia de María de Guadalupe en México y la presidencia de María Madre de Misericordia, en el Santuario de las Puertas de la Aurora, en las murallas de la antigua ciudad de Vilnius. El Simposio Teológico Pastoral prepara el Congreso Eucarístico Internacional que comenzará este domingo.

Jóvenes, niños, adultos, los lituanos, desde siempre, dijo el cardenal Backis, han confiado en la madre de Dios a partir del rezo del Rosario. Durante la Segunda Guerra Mundial, añadió, los alemanes pedían a los lituanos documentos de identidad. Como muchos no los tenían, enseñaban las cuentas del Rosario. Era suficiente documento de identidad.

Cuando los soviéticos se hicieron con el poder y deportaban a familias enteras –en vagones destinados a los animales– hacia Siberia y otros lugares ignotos, las familias sacaban de sus casas, para que los acompañara en el viaje, el Rosario. A menudo, añadió el arzobispo de Vilnius, era lo único que llevaban con ellos.

Los presos lituanos hacían Rosarios de pan, mojando las migas, secándolas y engarzándolas con un hilo. «En casa de mi familia, en Vilnius, conservamos aún un Rosario de eso tiempos».

«La fe de María en la divinidad de Jesús nos anima también a nosotros a creer en el misterio de la Eucaristía en pan y en vino, aquí y ahora se convierten en el mismo Jesús», añadió. Más tarde hizo un himno a la maternidad de María como fuente y cima de toda maternidad.

«Las mamás reconocen a sus hijos perdidos, incluso después de muchos años, por un mechón de pelo o un girón podrido de su ropa. Se puede apelar al instrumental médico de una investigación criminal, pero nadie ha conseguido engañar hasta ahora el corazón de una madre», reconoció.

«En Vilnius, la capital de mi patria, Jesús enseñó a la santa madre Faustina cómo quería para el mundo la misericordia de Dios», afirmó haciendo referencia a María Faustina Kowalska (1905-1938), apóstol de la Divina Misericordia, quien tuvo una influencia decisiva en Karol Wojtyla.

«Este mensaje es especialmente importante y urgente hoy, cuando el mundo se estremece ante el horrible terrorismo y la malicia ciega del hombre –añadió–. La única salvación posible es la confianza total en la misericordia de Dios».

El testimonio de la Madre de Dios aplasta el más radical escepticismo. Y María quiere que recemos el Rosario porque quiere mostrar, a través de nosotros, el camino sencillo y directo al corazón del Padre, dijo monseñor Jouzas Andrys Backis.

«Recemos unidos, con perseverancia, desde las fuentes del Rosario, con palabras que entienden los niños y los ancianos –concluyó–. Y confiemos en que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han implorado la asistencia de María haya sido abandonado».

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ZENIT Staff

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