En todo Afganistán sólo hay una iglesia

Quedan cuatro religosas, discípulas de Charles de Foucauld

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ROMA, 8 noviembre 2001 (ZENIT.org).- La única iglesia católica en todo Afganistán se encuentra dentro de la embajada italiana en Kabul, cerrada, como todas las sedes diplomáticas desde los tiempos de la guerra civil.

La historia de esta capilla, como la presencia de los Clérigos Regulares de San Pablo (barnabitas), está ligada a las relaciones diplomáticas entre la Italia mussoliniana con la monarquía del país después de la independencia en 1919.

Según informa este jueves el diario Avvenire, Italia fue el primer país occidental en reconocer el Afaganistán naciente y, con el tratado que sancionaba la apertura de relaciones diplomáticas, desde 1933 se le concedió el privilegio de una capilla dentro de la embajada y la permanencia de un sacerdote católico como capellán de la comunidad internacional.

Desde entonces han pasado por este cargo cinco misioneros barnabitas. En algunos años la embajada italiana albergó a un segundo sacerdote de incógnito, acreditado como cargo diplomático. La apertura de la pequeña capilla marcó el retorno del cristianismo tras dos siglos a
Afganistán.

El Islam es la religión del Estado. Los musulmanes son el 99%. En el siglo XX siempre se vetó cualquier forma de misión para las otras religiones. Pero aún en el silencio, los cristianos han llevado adelante un valiosa forma de «anuncio con la vida». Tras la salida forzada del capellán, quedan en el país cuatro religiosas Hermanitas de Jesús (congregación fundada en Argelia inspirada en la espiritualidad de Charles de Foucauld) que viven y trabajan respetadas y estimadas por la gente.

Están también los cristianos luteranos Christus Traeger (Portadores de Cristo) que han construido la única leprosería del país, cerca de Kabul. Y la asociación ecuménica protestante International Assistant Mission, en Herat y Kabul. Gestiona una clínica oftálmica y una maternidad, dos estructuras vitales en un país donde una simple infección puede llevar a la muerte.

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ZENIT Staff

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