En Toronto, un franciscano del Bronx que evangeliza cantando rap

Una forma de nueva evangelización

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TORONTO, 24 julio 2002 (ZENIT.org).- Ha escogido el rap como lenguaje musical para evangelizar a los jóvenes de Bronx, uno de los barrios más degradados de Nueva York.

El padre Stan Fortuna, es un fraile franciscano de 45 años, hábito gris y coleta, que en estos días participa en los acontecimientos musicales organizados en el marco de las Jornadas Mundiales de la Juventud que del martes al domingo se celebran en Toronto.

«Utilizo la música para evangelizar los corazones, canto, hago rap –cuenta el padre Fortuna–. El Papa nos ha pedido que nos lancemos a la nueva evangelización y el rap es parte integrante de la cultura contemporánea».

«Para los jóvenes –añade– es un mensaje que va derecho al corazón, sin palabras. Muchas veces se habla a los jóvenes con palabras preciosas, pero no las entienden. El Santo Padre quiere que utilicemos el lenguaje y las expresiones que los jóvenes son capaces de comprender».

«La situación en Bronx es cada vez más difícil –reconoce–, la educación es pésima y hay mucha pobreza, drogas, alcohol, muchas familias tienen problemas. Ahora bien, aunque empeoren las condiciones sociales, las personas cambian».

«Es estupendo ver que un niño comienza a ir bien en la escuela, que progresan cuando Dios comienza a actuar en sus vidas», sigue diciendo.

«Mucha gente que ha estado alejada de la Iglesia durante mucho tiempo ahora se confiesa y comienza a sentirse libre, pues Dios toca los corazones de las personas y cambia la vida», aclara.

El padre Stan pasa gran parte de su tiempo en la calle, acercándose a jóvenes y adultos, ofreciéndoles ayuda espiritual, moral, material.

En el Bronx los franciscanos dirigen, entre otras cosas, una casa de acogida para las personas sin techo y programas de distribución de comida.

Para los jóvenes de Nueva York participar en las JMJ, después de haber vivido el 11 de septiembre, añade el padre Stan, significa «que la vida continúa y que tenemos que agradecer a Dios cada día que comienza. Hemos perdido demasiado tiempo y dinero sin darnos cuenta de esto».

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ZENIT Staff

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