En Uganda los seminarios se han quedado pequeños

Cada vez más hombres que ya han aprendido un oficio quieren ser sacerdotes 

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ROMA, lunes, 7 de septiembre de 2009 (ZENIT.org).- El seminario para vocaciones tardías de Kampala apenas ya puede acoger a los numerosos candidatos al sacerdocio. Así se lo ha comunicado el rector del seminario, el padre Joseph Sserunjogi, a Ayuda a la Iglesia Necesitada.  

Según informa, entretanto se han reconvertido en dormitorios algunas oficinas del seminario y algunas habitaciones de un monasterio cercano, pero, a pesar de ello, 15 personas tienen que compartir un dormitorio de 15 metros cuadrados.

Se trata de una situación infrahumana, y la falta de aire renovado en algunas habitaciones propicia las enfermedades. No obstante, el rector señala que no le resulta nada fácil rechazar vocaciones por falta de espacio.

Para el año académico que arranca en septiembre han solicitado su ingreso 38 hombres, pero el seminario sólo ha podido aceptar a 28 porque no tiene suficientes habitaciones.

El padre Sserunjogi ha calificado esta situación de «muy lamentable», pues «en todos los lugares se necesitan sacerdotes, y aquí no podemos acoger a los que sienten la vocación por falta de espacio».

Según ha recalcado, el seminario hace todo lo posible para rechazar el menor número posible de solicitudes, pero en un futuro próximo habrá que ampliar el edificio, pues no está la situación como para echar a perder vocaciones.  

El seminario para vocaciones tardías se inauguró en 1976, cuando el edificio diocesano quedó disponible y el por entonces obispo de Kampala reconoció que muchos hombres que ya habían aprendido un oficio se sentían llamados al sacerdocio.

Todo comenzó con unos pocos seminaristas. Según ha informado el rector, de los 17 primeros candidatos, nueve han sido ordenados, y dos incluso ya son obispos. Desde sus inicios, este seminario ha dado 180 nuevos sacerdotes al mundo.  

En estos momentos, 155 hombres se preparan para el sacerdocio en este seminario, y cada vez son más. Antes de ingresar, aprendieron otros oficios. Muchos eran maestros, algunos oficinistas, otros policías o veterinarios.

El de más edad, que entretanto ya es sacerdote, tenía 56 años a su ingreso. La mayoría de los candidatos tiene entre 24 y 31 años de edad y proceden de 15 diócesis ugandesas y de los países vecinos de Kenia, Tanzania, Ruanda y Sudán, informa el rector.  

Según su experiencia, la ventaja de las vocaciones tardías reside en que se trata de hombres «más maduros» que han tomado su decisión de forma independiente y consciente.

Por otro lado, en ocasiones necesitan más tiempo que los jóvenes a la hora de habituarse a la vida de un seminario mayor. En cualquier caso, lo más importante para el padre Joseph Sserunjogi es transmitir la ilusión por el sacerdocio.

También es importante preparar a los futuros sacerdotes para la situación real que afrontarán como sacerdotes en Uganda: muchos ugandeses viven sumidos en una pobreza extrema y carecen de calzado o reloj, pero están dispuestos a caminar durante horas para asistir a la Santa Misa.

El rector señala que su hambre de Dios es grande. Cuando el sacerdote llega con mucho retraso debido a las malísimas condiciones de las carreteras, los creyentes lo esperan pacientemente durante horas. Pero también esperan mucho de él.

«Creen que se tiene que ocupar de todo», ha explicado el rector a Ayuda a la Iglesia Necesitada, razón por la que el hecho de ser la única esperanza para muchos puede suponer un enorme reto para un sacerdote, que tiene que saber transmitirles a las personas que lo principal es Jesucristo.  

En el seminario, los futuros sacerdotes también aprenden a afrontar correctamente la extendida creencia en la brujería, pues, según señala el padre Joseph Sserunjogi, la prohibición de estas prácticas no resulta eficaz.

El camino correcto es enseñar a las personas que el Dios cristiano es el Dios verdadero, el que tiene todo lo que necesitan. «Algunos, por ejemplo, creen que un determinado mineral hace que llueva», explica.

«Ante todo, debemos hacer algo para que la gente comprenda que el Cristianismo es la religión verdadera, y para ello, nuestros actos son más importantes que nuestras palabras». Y añade que también reviste importancia el compromiso social, pues «un hambriento no se parará a escuchar una predicación». 

En total, el número de vocaciones crece en Uganda año tras año. Según datos del Vaticano, uno de cada cinco seminaristas del mundo es africano. Pero, al mismo tiempo, también aumenta el número de católicos, por lo que en muchas zonas sigue habiendo demasiado pocos sacerdotes.

Por esta razón, Ayuda a la Iglesia Necesitada apoya de forma muy especial la formación de los futuros sacerdotes africanos y apoya a seminaristas en toda África. Además, la Asociación subvenciona la construcción, ampliación y rehabilitación de seminarios.  

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ZENIT Staff

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