En un concierto, el Papa saluda a la China que prepara las Olimpiadas

La Orquesta Filarmónica del país interpreta junto al Coro de Shangai el Réquiem de Mozart

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 7 mayo 2008  (ZENIT.org).- La misa de Réquiem, la última composición de Wolfgang Amadeus Mozart, unió este miércoles a Roma con China, en plena preparación de las Olimpiadas.

En el Aula Pablo VI, a las 18.00 horas, resonaron los instrumentos y las voces de la Orquesta Filarmónica China y del Coro de la Ópera de Shangai, cumbres de la música sinfónica y lírica de ese país, dirigidos por el maestro Long Yu,.

Il Papa confesó que este concierto «nos pone en contacto, en cierto sentido, con la vivaz realidad del mundo chino» y reconoció que los artistas interpretaron «con gran competencia, finura y elegancia una obra musical que forma parte del patrimonio artístico de la humanidad».

«La música, y más en general el arte, pueden convertirse, por tanto, en vehículo privilegiado de encuentro y de recíproco conocimiento y estima entre poblaciones y culturas diferentes, una medio al alcance de todos para valorar el lenguaje universal del arte», aseguró.

Prueba de ello, afirmó el Papa, es el interés de esta orquesta por la música religiosa europea.

«Un dato que muestra cómo es posible disfrutar y apreciar, en mundos culturales diferentes, elevadas manifestaciones del espíritu, como es precisamente el Réquiem» de Mozart», «pues la música interpreta los sentimientos universales del espíritu humano, entre los cuales el religioso, que supera las fronteras de cada cultura particular», añadió.

Dando la bienvenida a los músicos chinos, el Papa dijo que quería «acoger idealmente a todo vuestro pueblo, pensando especialmente  a vuestros compatriotas que comparten la fe en Jesús y están unidos con un lazo espiritual particular al sucesor de Pedro».

«El Réquiem nació de esta fe, como oración al Dios, juez justo y misericordioso, y precisamente por esto toca el corazón de todos, presentándose como expresión de un humanismo universal», explicó.

Un fuerte aplauso interrumpió las palabras del Papa cuando al final envió su saludo a través de los artistas, a «todos los habitantes de China, que, con las próximas Olimpiadas, se preparan para vivir un acontecimiento de gran valor para toda la humanidad».

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ZENIT Staff

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