En un mundo que oculta la imperfección física, la Iglesia sigue optando por los enfermos

Intervención en Lourdes del cardenal Renato R. Martino

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 13 septiembre 2007 (ZENIT.org).- El corazón de Dios es misericordia y, en un mundo que exalta la perfección física, la Iglesia debe anunciar su opción preferencial por los débiles y marginados, explica el cardenal Renato Raffaele Martino, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.

El purpurado dejó este mensaje en la inauguración, el 10 de septiembre, en Lourdes, Francia, del V Congreso Europeo de Peregrinaciones y Santuarios, sobre el tema «Peregrinaciones y Santuarios, caminos de paz, espacios de misericordia».

El Congreso, promovido por el Consejo Pontificio y por los Santuarios de Nuestra Señora de Lourdes, coincide con el 150 aniversario de las apariciones de la Virgen María a Bernadette, cuya celebración tendrá lugar desde el día de la Inmaculada de 2007 (8 de diciembre) a la misma fecha de 2008.

Entre los temas a tratar, destacan el papel de las peregrinaciones en la consecución de la paz, y la ayuda pastoral que los santuarios pueden ofrecer a los fieles para reforzar en ellos el compromiso de ser servidores y testigos de la paz.

Junto a ello, se prestará atención a un importante fenómeno: el considerable incremento de las peregrinaciones registrado desde hace unos años en Francia, que ha llegado a sumar 43 millones de visitas, en sus 140 santuarios.

El Cardenal Martino declaró que Europa es la «casa común en la que circulan ideas y personas».

«Este encuentro constante es un signo de los tiempos que la Iglesia debe interpretar, animando la fraternidad y la solidaridad. Debemos ser educadores y dispensadores de espiritualidad», añadió el cardenal.

«Nuestra tarea –añade el cardenal Martino– es seguir invitando a los cristianos y personas de buena voluntad a que dejen la rutina diaria y se pongan en camino».

«Pero nosotros –añadió– tenemos que ayudar a los peregrinos a encontrar el justo recogimiento, como lo permiten los largos recorridos a pie, para acoger a Dios en profundidad».

«La peregrinación –observó el cardenal– es un camino de reconciliación», «la paz es el fruto de un esfuerzo constante y los cristianos están llamados a trabajar para ofrecer valores como la amistad, la solidaridad, la comprensión y la caridad».

«Es importante –insistió– que cada uno no sólo acepte la gran diversidad de las culturas y de las expresiones de fe, sino que viva en comunión».

Por último, afirmó el purpurado, «el santuario es también espacio de la misericordia».

En efecto, concluyó el presidente del Consejo vaticano para emigrantes e itinerantes, «en un mundo que margina de la sociedad la enfermedad y la debilidad, para exaltar la belleza y la perfección física, vosotros directores de peregrinaciones y rectores de los santuarios, ofreced el testimonio de que el primer puesto, en la Iglesia, está reservado a los olvidados y marginados».

«Vosotros –concluyó– recordad que el corazón de Dios es misericordia, que se refleja en el hombre, creado a imagen de Dios».

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ZENIT Staff

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