Encuentro intercristiano en Moscú: «La propaganda del pecado no es un derecho»

Se reactiva el Comité Consultivo Interconfesional Cristiano con sede en Moscú

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MOSCÚ, domingo, 4 marzo 2007 (ZENIT.org).- La colaboración entre los cristianos de las diferentes confesiones para recuperar las raíces cristianas de Europa ha dado un paso decisivo en Moscú.

El encuentro celebrado entre los representantes de las Iglesias y comunidades cristianas de los países bálticos y la Comunidad de Estados Independientes del 27 al 28 de febrero, terminó con la decisión unánime de reiniciar el funcionamiento y las actividades del Comité Consultivo Interconfesional Cristiano, así como con una declaración conjunta donde se llama al Estado y a la sociedad europea a respetar los principios cristianos.

La reunión de trabajo, organizada a iniciativa de la Iglesia ortodoxa rusa y como preámbulo a la culminación de la III Asamblea ecuménica europea que tendrá lugar en Rumania del 4 al 9 de septiembre del presente año, contó con la participación de representantes de las Iglesias católica, ortodoxa, protestante, bautista y evangélica-luterana, entre otras, de países de la parte oriental de Europa como Armenia, Bielorrusia, Moldavia, Rusia, Ucrania, Letonia y Lituania.

Bajo el título «Europa contemporánea: Dios, el hombre y la sociedad. Los derechos humanos y el cambio moral», sus asistentes constataron que en nombre de la igualdad, el derecho y el afán de ser «políticamente correctos», las sociedades y gobiernos europeos intentan legitimar tendencias que son corrosivas a la noción tradicional de la familia.

Se ratificó como contrarios a los valores de los diferentes religiosos «los llamamientos a validar las uniones del mismo sexo, los intentos por legalizar las drogas, la afirmación de la plausibilidad moral del aborto y la eutanasia, así como la insistente propaganda de la “cultura de la muerte”, de la enemistad entre naciones y religiones, de la violencia, del libertinaje, del homosexualismo y de otros pecados peligrosos para el individuo y las sociedades».

Sin embargo, cabe señalar que se dejó también en claro, que la postura no era en contra de las personas, ya que la Iglesia debe estar «abierta a todos», sino directamente contra el pecado y la propaganda que de él se hace, ya que promueve un cambio moral nocivo para la sociedad.

«Los pecados no pueden estar justificados en los derechos humanos», expresó el metropolita de Smolensk y Kaliningrad Kirill, presidente del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú. «Nosotros no condenamos a las personas, sino a los pecados».

Y fue en este sentido que los representantes eclesiásticos reconocieron la gran responsabilidad que tienen los cristianos europeos del siglo XXI: «De nosotros depende si Europa se mantiene fiel a su herencia cristiana, o si por el contrario perece en la historia bajo la influencia de potentes fuerzas exteriores».

En opinión de los participantes, de las distintas regiones del planeta, ha sido Europa «la que se ha encontrado más vulnerable ante la devastadora influencia del materialismo, del consumismo, del secularismo agresivo, la irreligiosidad y el relativismo moral».

Durante las jornadas de trabajo, tampoco quedó fuera el tema de la pasividad de los cristianos europeos para exigir el respeto a sus valores y creencias. Citando como ejemplo la fuerza mediática y de acción que gana el islamismo para reivindicar tolerancia hacia sus principios, los representantes eclesiásticos consideraron que los cristianos tienen que empezar un diálogo entre ellos mismos, la sociedad, el gobierno y otras religiones, dejando a un lado lo «políticamente correcto», para entablar una relación abierta y constructiva.

«Nosotros (los cristianos) tenemos no menos derechos que las personas no creyentes», expresaron los participantes.

A decir de Vitali Skomarovski, obispo vicario de la arquidiócesis de Kiev-Zhitomirskoi en Ucrania: «El encuentro celebrado fue muy importante, ya que tuvimos la oportunidad de comunicarnos unos con otros y eso es lo que destaca aquí, porque nos enfrentamos a los mismos retos actuales».

«Lo que me alegra mucho del encuentro fue que hubo un mutuo entendimiento y que sentimos la necesidad de estar juntos, porque aunque nuestros puntos de vista, nuestras posturas como cristianos sean diferentes, al mismo tiempo, son iguales. Cuando intervenimos juntos, nuestra voz es entonces muy fructífera y somos escuchados», declaró a Zenit el obispo Skomarovski.

Comité Consultivo Interconfesional Cristiano
Una de las propuestas al inicio de la reunión, aprobada por todos los participantes, fue el restablecimiento del Comité Consultivo Interconfesional Cristiano.

Creado en 1993 en la ciudad de Moscú, el comité tuvo como objetivo principal conservar el contacto y servir de foro para el intercambio de puntos de vista entre las diferentes confesiones cristianas de Rusia y las antiguas repúblicas soviéticas participantes en la conferencia «Fe cristiana y hostilidad humana», realizada, precisamente, en ese año.

Este órgano, que en realidad nunca fue deshecho, contó con un periodo de constante actividad entre 1993 y el 2002 reuniéndose entre 3 y 4 veces anualmente. Sin embargo, a partir de entonces, la actividad fue decayendo llegando a ser, prácticamente nula en los últimos años.

El interés por su reactivación y participación en un formato ampliado a los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) y a los que conforman la Comunidad de Estados Independientes (Rusia y las ex-repúblicas soviéticas), tiene un objetivo práctico: «ser la matriz religiosa y cultural más allá de las fronteras de Rusia, así como de afinidad en puntos de vista sobre problemas actuales fundamentales», señaló en el encuentro el metropolita Kirill.

En declaraciones a Zenit, tras regresar de los ejercicios espirituales de Cuaresma junto a Benedicto XVI, el arzobispo metropolita de la arquidiócesis de la Madre de Dios en Moscú, monseñor Tadeusz Kondrusiewicz, quien fue durante el tiempo de trabajo del Comité Consultivo Interconfesional Cristiano uno de sus tres presidentes, expresó su gran alegría al conocer su resurgimiento.

«Estoy muy, muy contento de su reinstauración –confiesa–. El comité era el único órgano para la discusión de temas en común, de resolución de problemas, de intercambio de ideas. Me siento muy alegre de que vuelva a funcionar».

Entre los temas más inmediatos en los que estará tratando el comité figuran: los problemas de relaciones entre la Iglesia y el Estado, la labor misionera y la relación con el islam.

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ZENIT Staff

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