Encuentro Mundial de las Familias – Catequesis preparatoria II

Del Pontificio Consejo para la Familia y del arzobispado de Valencia

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CIUDAD DEL VATICANO/VALENCIA, jueves, 4 mayo 2006 (ZENIT.org).- «Dios Uno y Trino» es el título de la segunda catequesis del programa que, para todas las parroquias del mundo, han elaborado el Pontificio Consejo para la Familia y el arzobispado de Valencia en preparación al V Encuentro Mundial de las Familias (EMF) –convocado por el Papa en la ciudad española de Valencia del 1 al 9 de julio–.

En nueve capítulos las catequesis tratan los grandes temas del Catecismo de la Iglesia Católica en una reflexión sobre la esencia de la familia cristiana, los valores del matrimonio y la transmisión de la fe.

Sumándose al esfuerzo de preparación, Zenit está difundiendo el texto íntegro de dichas catequesis; abre el programa «La familia, primera y principal transmisora de la fe» (Zenit, 24 abril 2006).

Los títulos correspondientes a las próximas catequesis son: «La persona de Jesucristo, centro y síntesis de la fe cristiana»; «El Espíritu Santo y la Iglesia»; «Los sacramentos, momentos especiales para la transmisión de la fe»; «Los mandamientos de la Ley de Dios»; «El domingo: Eucaristía y otras expresiones»; «La piedad popular» y «La santísima Virgen María».

Como Introducción («El amor humano no puede existir si quiere sustraerse a la Cruz») a este programa catequético se propone el discurso del Papa Benedicto XVI en la apertura del Congreso eclesial de la diócesis de Roma sobre familia y comunidad cristiana (Zenit, 7 y 8 de junio de 2005).

El EMF pone a disposición del internauta su web plurilingüe www.wmf2006.org.

* * *

Catequesis segunda
DIOS UNO Y TRINO

1. Canto Inicial.

2. Oración del Padrenuestro.

3. Lectura bíblica: Ef 1, 3-10

4. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia:

1. El Misterio de Dios Uno y Trino se encuentra en el mismo centro de la familia cristiana. Los padres van transmitiendo a los hijos esta verdad central de su fe, a medida que los incorporan a la vida de familia.

2. Dios es «el que es» y «Dios es amor». Estos dos nombres están tan inefablemente unidos que manifiestan la misma esencia divina, que está sobre toda inteligencia creada. Por eso, solo Dios puede otorgarnos un conocimiento recto y pleno de Sí mismo, revelándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta vida divina la participamos ya, por la fe de modo incoado en la tierra, y después, de modo pleno y por la visión de Dios, en la vida eterna.

3. Gracias a la Revelación, podemos profesar que Dios Padre en toda la eternidad engendra al Hijo, que el Hijo es engendrado y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como Amor sempiterno de ambos. Las tres Personas divinas, por tanto, son eternas e iguales entre sí; así mismo la vida y felicidad de Dios es participada totalmente por cada una de ellas y, en consecuencia, siempre es necesario venerar la unidad en la Trinidad y la Trinidad en la unidad.

4. Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, nos ha revelado este Misterio, en el que se nos manifiesta el plan de Dios, es decir: que todos nosotros participamos -como hijos- en la comunión de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

5. El mismo Jesucristo sugiere una cierta semejanza entre las Personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad, cuando ruega al Padre que «todos sean uno como nosotros también somos uno» (Jn 17, 21-22). Esta semejanza muestra que el hombre no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega de sí mismo a los demás. Esta semejanza con Dios, por la autoentrega, la unidad y el amor, es la perfección de la familia.

6. El matrimonio, que implica una entrega total de los esposos entre sí y de los padres para con los hijos, es, por ello, un perfecto reflejo de la comunión trinitaria. Por eso, la dinámica de la vida en familia ha de manifestar esta unión íntima entre las Personas divinas.

7. Toda invocación, pues, a la Santísima Trinidad en familia, ha de llevar a todos sus miembros a renovar los lazos de comunión entre ellos y a una más generosa comunicación de sus dones a otras familias.

5. Reflexión del que dirige.

6. Diálogo:

–Jesucristo es Hijo de Dios y nosotros también. ¿Cuáles son las semejanzas y cuáles las diferencias de ambas filiaciones?
–¿Por qué familia cristiana es un reflejo de la Trinidad?
–¿Cuáles son los rasgos principales que debe manifestar en su vida familiar cristiana para que sea reflejo de la vida trinitaria?

7. Compromisos.

8. Oración del Ave María e invocación: Regina familiae. Ora pro nobis.

9. Oración por la familia: Dios Padre todopoderoso que has enviado al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la santificación para revelar a los hombres tu admirable misterio; concédenos profesar la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su Unidad todopoderosa. Por Jesucristo nuestro Señor.

10. Canto final.

© Pontificio Consejo para la Familia y Arzobispado de Valencia 2005

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ZENIT Staff

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