Enérgico llamado a la paz hace la iglesia en Oaxaca

Ante los disturbios sociales que se extienden por más de tres meses

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OAXACA, martes, 3 octubre 2006 (ZENIT.orgEl Observador).- Un enérgico llamado a la paz fue lanzado este lunes por el arzobispo de Antequera-Oaxaca, monseñor José Luis Chávez Botello, ante los conflictos sociales que mantienen en vilo desde hace más de tres meses a la capital de este estado del suroeste mexicano.

«El conflicto y las tensiones que sufrimos nos muestran la fragilidad del cimiento y pilares en que se apoyaba la paz y la estabilidad de Oaxaca; ahora vemos con claridad que hay muros qué derribar y grandes grietas por restaurar para que la paz auténtica y duradera sea una realidad en nuestra sociedad y llegue a nuestros hogares», advierte el arzobispo Chávez Botello al inicio de su comunicado, que también ha firmado monseñor Oscar Campos Contreras, obispo auxiliar.

El conflicto, que nació a la sombra de reivindicaciones del colectivo de maestros de esta entidad mexicana, se ha extendido en buena parte de sur y el occidente de México, y ha sumado a él reivindicaciones sociales de todo tipo, hasta la reciente vinculación de la coordinadora del movimiento, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), con presuntos grupos de la guerrilla de los que el gobierno federal no ha dado filiación.

En su carta, el arzobispo de Oaxaca subraya la situación de tremenda pobreza en la que viven miles de familias, sobre todo indígenas, de la archidiócesis.

Han surgido muros de ignorancia, añade, que «impiden la solidaridad, el desarrollo integral, en resumen la justicia y la paz», subrayó monseñor Chávez Botello.

«Una sociedad que espera todo de sus gobernantes y líderes, que se acostumbra a que ellos o de fuera solucionen sus necesidades y problemas, va perdiendo la responsabilidad social, sus valores fundamentales y su calidad humana», confirmó el purpurado.

Señaló que «donde la sociedad no asume su responsabilidad y deja que otros realicen su función, queda al vaivén de las preferencias o intereses de sus dirigentes y líderes y, no pocas veces, tendrá que acostumbrarse a la violencia y al miedo; el miedo orilla a la inmovilidad y nos vuelve apáticos».

Cabe señalar que Oaxaca es uno de los tres estados más pobres de México, con altísimos niveles de marginación, desnutrición y casi 25 por ciento del total de su población analfabeta.

En la entidad conviven más de diez culturas indígenas entre las que destacan los mixtecos y los zapotecos, antiguos señores de estas tierras y cuyos vestigios pueden conocerse en las zonas arqueológicas de Montealbán y Mitla.

Ante este panorama, la carta del arzobispado de Oaxaca llamó a construir la paz mediante una participación efectiva, trabajo honesto y solidaridad de todos los sectores que componen la sociedad.

«La historia nos muestra que ni el paternalismo ni el caudillismo construyen una paz duradera; en cambio, donde se da una auténtica participación social pacífica, ahí se construye la paz para todos», subrayó el arzobispo Chávez Botello.

Sobre el tema de la participación social efectiva, el prelado citó el ejemplo de «buen número de comunidades indígenas que son modelo y verdaderas escuelas para inspirarnos en cómo cuidar y fortalecer el bien común, cómo alimentar la participación efectiva y el servicio desinteresado a la comunidad. Necesitamos voltear los ojos a nuestras comunidades indígenas; seamos humildes para aprender».

Tras llamar al trabajo honesto y dedicado para superar los problemas de violencia que vive Oaxaca, el titular de la archidiócesis, una de las más antiguas de México y de América, recordó que al iniciar el mes de octubre, mes del Rosario, todos los mexicanos y en especial los oaxaqueños, deben rogar por el don de la paz.

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ZENIT Staff

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