Entre dos y tres mil jóvenes en la misa de los obispos españoles

Junto a los 17 obispos presentes en Sydney

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SYDNEY, sábado, 19 julio 2008 (ZENIT.org).- Entre dos y tres mil jóvenes peregrinos participaron en la mañana de este sábado en la misa celebrada junto a los diecisiete obispos españoles presentes en la Jornada Mundial de la Juventud.

La ceremonia, que tuvo lugar en el Auditorio del Hotel Westin de Sidney, fue presidida por el arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el cardenal Antonio María Rouco Varela.

Concelebraron junto a los obispos otros dos cardenales: el arzobispo de Toledo, el Antonio Cañizares, y el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach.

En la homilía, según informa la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Rouco, dio gracias a Dios por la Jornada Mundial de la Juventud, y, en especial por la nutrida presencia española, a pesar de la gran distancia que separa a España de Australia, y ha pedido para que los frutos de estos días sean abundantes.

El arzobispo de Madrid recordó la secular presencia misionera de españoles en Asia y animó a los jóvenes a seguir su ejemplo y tomarse la vida en serio, convertirse, y ser testigos de Cristo en el siglo XXI.

«Una experiencia de iglesia como ésta -destacó el cardenal Rouco Varela, dirigiéndose a los jóvenes– tiene que servir para aclarar la verdadera vocación de vuestras vidas y para que respondáis de una manera generosa».

El cardenal repasó algunas de las ideas principales que ha desgranado Benedicto XVI en sus discursos en Australia, con especial incidencia en las «heridas de la creación que son también las heridas del hombre, porque son inseparables: el que abusa de la creación, abusa también del hombre».

Asimismo desenmascaró las tentaciones de la cultura de la muerte, como por ejemplo el aborto, y otras a las que se enfrentan de manera particular los jóvenes como la distorsión del verdadero sentido de la sexualidad, el alcohol o las drogas, que, con falsas promesas, apartan al joven de Dios y por tanto también de la verdadera felicidad.

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ZENIT Staff

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