Enviado del Papa: Los cristianos en Tierra Santa, un signo de paz

El arzobispo Cordes ha entregado un donativo a los católicos

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CIUDAD DEL VATICANO, 15 noviembre 2002 (ZENIT.org).- Anunciando el perdón, los cristianos ofrecen una contribución decisiva a la paz en Tierra Santa, afirma el enviado de Juan Pablo II que ha llevado un donativo a la región ensangrentada por la violencia entre palestinos e israelíes.

El arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum», visitó del 7 al 10 de noviembre Israel y los Territorios Palestinos para llevar 400 mil dólares de ayuda ofrecidos por el Papa en apoyo a las comunidades católicas, que viven «entre dos fuegos».

La violencia y la profunda crisis económica, afirma el prelado alemán, cuyo Consejo tiene por objetivo alentar y coordinar a las instituciones católicas de ayuda en el mundo, están llevando a los cristianos de Tierra Santa a emprender el camino del exilio.

Sin embargo, monseñor Cordes considera que los católicos en la región, al predicar y testimoniar el perdón y el amor, se convierten en un signo concreto de reconciliación para sus hermanos judíos y musulmanes.

Este mensaje, constató, lo ofrecen sobre todo con las obras de caridad que promueven en la región instituciones como la Cáritas, el patriarcado latino de Jerusalén y el patriarcado greco-melquita, la Misión Pontificia para Palestina, así como comunidades religiosas, organizaciones y asociaciones católicas.

Como ejemplo, puso el caso de la Universidad Católica de Belén, dirigida por Hermanos de las Escuelas Cristianas, que cuenta con unos 2000 estudiantes, de los cuales el 30 por ciento es católico y el resto musulmanes.

En esa Universidad, explicó monseñor Cordes este viernes en un encuentro con un grupo de periodistas, los alumnos aprenden el respeto del otro, independientemente de su religión, y de hecho entre sus estudiantes palestinos no salen «kamikazes».

Otro ejemplo concreto es el de un orfanato dirigido por religiosas de San Vicente de Paúl, en el que se acoge a mujeres palestinas embarazadas cuyos hijos son ilegítimos, y por tanto rechazados. El amor de las religiosas por esos niños es un mensaje para los musulmanes sobre el valor de toda vida humana, costata.

Monseñor Cordes aclaró también que la presencia de los católicos es decisiva para que los santos lugares de Tierra Santa no se queden en piedras muertas.

«Las personas dan vida a un lugar. Y si se trata de lugares santos es necesario que quienes los cuidan y visitan entiendan lo que significa. Si la tumba de Jesús se convierte en un simple museo, si en ella se deja de celebrar la muerte y la resurrección de Cristo, se convierte historia muerta, petrificada».

«Además, en el pasado, ante la ausencia de cristianos, algunos de estos lugares han sido destruidos», constata.

Monseñor Cordes reconoció la extraordinaria labor que ofrece en este sentido la Custodia Franciscana de Tierra Santa, pero reconoció que necesitan también la presencia viva de católicos, de familias, que vivan allí y den vida a estos lugares.

El prelado aclaró en declaraciones a Zenit que la ayuda caritativa de los católicos se concentra sobre todo en los palestinos no por motivos de discriminación, sino porque las necesidades de la población palestina son tremendas.

«Los palestinos no tienen acceso a la asistencia sanitaria –constata–. Hay una debilidad estructural de la organización palestina que carece de hospitales, de seguros, de jubilación, y por tanto tienen más necesidades».

Constató que existen también 300 católicos de origen judío israelíes a quienes el Estado de Israel reconoce su aportación a la sociedad, como lo hizo el Parlamento israelí (Knesset) recientemente al condecorar al abad del monasterio Benedictino Olivettano por su promoción de las relaciones entre judíos y cristianos.

Según monseñor Cordes, a los palestinos más que cosas materiales lo que les falta son «elementos espirituales: libertad y esperanza. Se sienten como en prisión. La falta de libertad de movimiento quita la alegría de vivir. Sólo para salir no sé cuántos permisos hacen falta».

Al mismo tiempo, añadió, «entiendo que Isarel no puede levantar el control, pues si no está el riesgo de los kamikazes. Por este motivo se pierde la esperanza de solución de la situación».

Ante el callejón sin salida, monseñor Cordes considera que «es necesario informar mejor al presidente George Bush», pues los «Estados Unidos tienen la posibilidad de ejercer su influencia».

«El gobierno de Israel debe seguir lo que dicen los Estados Unidos, aunque Ariel Sharon y Benjamin Netanyahu tratan de ir más lejos de lo que les indica Washington», constató.

En estos momentos, en los que se preparan las próximas elecciones tanto en Israel como en los Territorios Palestinos, monseñor Cordes considera que se da la esperanza de que no haya atentados, pues los kamikazes obtendrán como resultado radicalizar el voto de derechas en Israel.

Por último, monseñor Cordes invita a los cristianos a volver en peregrinación a Tierra Santa, como muestra de solidaridad y para reactivar la economía.

«Nosotros hemos estado allí y no nos hemos sentido en peligro –constata–. La televisión sólo presenta los atentados, pero eso no es los más representativo de la vida ordinaria».

«Hay que cambiar la imagen de Tierra Santa para que la gente vuelva –concluyó–. Cuando me iba a Jerusalén, todos me decían: «¿dónde vas? Es peligroso». Pero esa imagen es creada por los ataques. No es así. Hemos visto grupos de peregrinos y espero que para Navidad vuelvan las peregrinaciones».

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ZENIT Staff

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