(Pixabay CC0)

(Pixabay CC0)

¿Es la homosexualidad una opción de género, una disfunción teratogénica u otra cosa?

Observatorio de Bioética, Universidad Católica de Valencia.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

Introducción
Con frecuencia se plantea que la homosexualidad sea de causa genética o que únicamente se deba a influjo del ambiente durante el desarrollo embrio-fetal o tras el nacimiento, lo que puede condicionar de forma profunda su interpretación antropológica. Aquí hacemos una pequeña reflexión sobre estas circunstancias. Aunque dicha reflexión puede parecer un tanto técnica, somos de la opinión que es indispensable conocer los hechos biológicos para poder establecer un juicio antropológico sobre la homosexualidad.
Bases genéticas del dimorfismo sexual
El sexo viene determinado genéticamente en el individuo aún antes de la exposición a distintos niveles de hormonas, como testosterona o estrógenos. Concretamente, de los 23 pares de cromosomas de la especie humana, el par XX ó XY determina el sexo. Ello depende del espermatozoide que fecunda el óvulo, que puede aportar un cromosoma X o un Y, que formará el par XX ó XY, junto al cromosoma aportado por la madre, que siempre es el X. Por otro lado, el gen SRY, en la región 1 del brazo corto del cromosoma Y, determina el proceso de masculinización en la séptima semana de gestación y el gen Tfm, situado en el cromosoma X codifica el receptor de las hormonas masculinas. También la región ODF del cromosoma X favorece el desarrollo del ovario e inhibe el del testículo.
En el desarrollo embrionario, la activación de ciertos genes de carácter sexuado lleva al silenciamiento de sus homólogos del otro sexo. Así, el gen H19 se silencia en el cromosoma de origen paterno y el gen Igf2 se silencia en el materno.
Pero aún hay más control genético. No sólo los cromosomas X e Y están implicados en la diferenciación sexual, también el gen que codifica la síntesis de la hormona antimulleriana, por las células de Sertoli del testículo, está en el brazo corto del cromosoma 19 y el gen Gadd45g, que se encuentra en el cromosoma 9, es también determinante en la masculinización, e interacciona con el gen SRY [1].
¿Cuándo comienza la diferenciación sexual en el individuo?
Las diferencias sexuales pueden evidenciarse en el embrión y en la fase preimplantatoria, es decir, en los primeros 15 días de vida, donde la influencia hormonal del entorno todavía no se ha manifestado. A partir de las primeras divisiones celulares del cigoto, en la fase preimplantatoria, se observa que los embriones masculinos y femeninos recorren trayectorias distintas. Así, por ejemplo, los niveles de consumo de glucosa son  significativamente diferentes en el varón y la mujer, con velocidades de crecimiento y morfologías también diferentes, aún en una fase tan temprana del desarrollo embrionario [2].
Tras el nacimiento, y antes de que el entorno pueda inclinar la balanza hacia uno u otro comportamiento sexual, se constata que hay una predisposición innata para un comportamiento social diferenciado por sexo en humanos. Tal comportamiento es independiente del entorno y la educación recibida. «Los bebés neonatos varones muestran un mayor interés en el móvil físico-mecánico, mientras que los neonatos hembras muestran un mayor interés en el rostro de su madre. Los resultados de esta investigación demuestran claramente que las diferencias sexuales son en parte biológicas en su origen [3].»
Hormonas y diferenciación sexual
Tanto en el desarrollo embrionario posterior, como tras el nacimiento, los niveles hormonales resultan decisivos en la progresión de la diferenciación sexual ya orientada desde la genética. Las hormonas maternas influirán en esta progresión, pero también las del propio individuo, que, así como los receptores de estas hormonas, se irán configurando según su programa genético. Por ejemplo, el estradiol, que es sintetizado en el hipocampo y en la corteza prefrontal de nuestro cerebro, es un modulador de los procesos cognitivos de aprendizaje y memoria y también del humor, del comportamiento social y de diversos desórdenes psiquiátricos [4]. Finalmente, los niveles altos de testosterona reducen la expresión de la enzima DNA metiltransferasa. Esto provoca un descenso de la metilación  del DNA (mecanismo epigenético), permitiendo la expresión de genes relacionados con la masculinización [5].
Ambiente y diferenciación sexual
Dicho lo anterior, no puede excluirse una influjo del “entorno molecular”, esto es, hormonas, medicamentos, tóxicos, etc. sobre la progresión de la masculinización o feminización durante la gestación. Pero en ningún caso es una “definición sexual hacia lo masculino o femenino”, sino una interferencia en grado variable en la progresión de la definición ya establecida genéticamente.
Podríamos decir que los distintos grados de expresión genética, junto al entorno bioquímico del feto, pueden marcar grados de intensidad en los procesos de masculinización o feminización, pero no intercambios entre una u otra condición que, como hemos dicho, viene orientada desde el sobrecruzamiento cromosómico.
Pero ¿aún existe una nueva posibilidad de modificación genómica? ¿Pueden producirse anomalías en el genoma formado tras la fecundación que provoque que el “libro de ruta genético” masculino o femenino se vea distorsionado o indefinido? Aparte de determinados síndromes bien conocidos, como los de Turner y Klinefelter, con cromosomas sexuales anormales, muy raros por otro lado, u otros también infrecuentes, no se ha podido evidenciar una base genética en el comportamiento homosexual [6].
Por último, la posibilidad de que el genoma pudiera sufrir cambios epigenéticos propiciados por estímulos procedentes del entorno, en tal grado que fueran capaces de modificar el comportamiento sexual hacia la homosexualidad, ha sido propuesta como una posible explicación a esta conducta, pero a día de hoy, no existen evidencias científicas de que esto sea así.
Aun habiéndose constatado estos cambios epigenéticos en nuestros genomas, no se ha evidenciado que justifiquen por sí mismos una modificación en el comportamiento sexual de la entidad del comportamiento homosexual.
Conclusión
En cualquier caso, el sexo determinado genéticamente, el sexo fenotípico (funcional, endocrino, anatómico y psicológico) y el comportamiento sexual masculino o femenino deberían, en condiciones de homeostasis, constituir una unidad, de modo que las diferentes intensidades en los procesos de masculinización o feminización descritas, debidas a las posibles causas enumeradas, no deberían confundir lo masculino y lo femenino, sino dentro de cada fenotipo sexual, propiciar diferencias individuales en la gradualidad de lo masculino o femenino, sin dejar, por esto, de ser lo que son.
Así varones o mujeres con distintos niveles de hormonas sexuales, o con experiencias provenientes de su entorno, diversas en lo afectivo, cultural, ambiental o social, mostraran diferencias en su comportamiento, aptitudes, psicologías o inclinaciones, lo cual no debería cuestionar su masculinidad o feminidad sino, más bien, la personalizaría haciéndola distintiva de su individualidad, pero no otra cosa de lo que son sexualmente.
Julio Tudela y Justo Aznar
Observatorio de Bioética Universidad Católica de Valencia.
 
Referencias
[1] Johnen H, González-Silva L, Carramolino L, Flores JM, Torres M, Salvador JM. Gadd45g Is Essential for Primary Sex Determination, Male Fertility and Testis Development. Plos One 2013; 8(3):2–8. doi:10.1371/journal.pone.0058751
[2] Gardner DK, Larman MG, Thouas GA. Sex-related physiology of the preimplantation embryo. Molecular Human Reproduction, 2010;16(8):539–47. doi:10.1093/molehr/gaq042)
[3] Connellan J, Baron-cohen S, Wheelwright S, Batkia A, Ahluwalia J. Sex differences in human neonatal social perception. Infant Behavior and Development. 2000; 23(1): 113-8
[4] Luine VN. Estradiol and cognitive function: past, present and future. Hormones and Behavior. 2014;66(4):602-18.   doi:10.1016/j.yhbeh.2014.08.011
[5] Nugent BM, Wright CL, Shetty AC, Hodes GE, Lenz KM, Mahurkar A. … Mccarthy M. Brain feminization requires active repression of masculinization via DNA methylation. Nature Neuroscience. 2015;18(5):690-7.  doi: 10.1038/nn.3988. 2014)
[6] Jouve N. La homosexualidad a la luz de la genética. Jornada sobre La Homosexualidad: una reflexión científica y moral. 24 de Noviembre de 201. Instituto Pontificio Juan Pablo II. http://mercaba.org/Filosofia/Etica/la_homosexualidad_a_la_luz_genet.htm.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

Julio Tudela

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación