¿Es posible el diálogo ecuménico e interreligioso en México?

Habla el secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal para el Diálogo Interreligioso y Comunión

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MÉXICO, martes 12 de enero de 2010 (ZENIT.orgEl Observador).- En México, según datos del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, 88 por ciento de la población (unos 105 millones de personas) se declara católica; el resto se divide entre confesiones protestantes, otras religiones no cristianas y «ateos». Esta situación exige de los católicos la «apertura para dialogar desde la propia identidad y el respeto de la fe de las demás personas», según dice en entrevista el padre Hilario González García, secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal para el Diálogo Interreligioso y Comunión de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

–¿Qué significa para la convivencia y desarrollo de México la diversidad religiosa que ahora vivimos?

–P. Hilario González García: El país necesita del diálogo para llegar a proyectos comunes y no lo estamos logrando. Los creyentes de las distintas expresiones religiosas debemos aportar, desde nuestra propia tradición, virtudes y valores que ayuden a desarrollarnos plenamente como personas y como nación. Los católicos debemos valorar la riqueza de nuestra fe.

–¿Cómo ve la Iglesia católica el crecimiento de otras religiones cristianas?

–P. Hilario González García: La Iglesia tiene la misión de presentar el Evangelio de Jesucristo a católicos y a no católicos. Ser la religión mayoritaria no significa que la tarea evangelizadora ha concluido. El experimentar que no es ‘tan mayoritaria’ como antes no debe ser motivo para renunciar a la misión fundamental. Nos duele que ese crecimiento sea a costa de católicos, pues nos recuerda que no hemos dado testimonio o que no hemos podido atender las necesidades religiosas de nuestros hermanos, ni enseñado a dar razón de nuestra fe.

–¿Es posible el diálogo ecuménico e interreligioso en México?

–P. Hilario González García: Muchos pastoralistas y expertos en sociología religiosa opinan que este tipo de diálogo es imposible porque culturalmente no estamos preparados para dialogar. La realidad es que hemos aprendido que ser de diferentes tradiciones religiosas significa que somos contrincantes, nos atacamos y nos descalificamos. Desgraciadamente el proselitismo religioso en México tiene la marca del enfrentamiento y de la desacreditación. Con esta marca no se puede dialogar en ningún campo. Sin embargo, estamos tomando conciencia de que la confrontación no habla bien de los que nos decimos cristianos; es el escándalo que damos a los no cristianos. Este es el caso del diálogo ecuménico, donde fieles de diversas tradiciones cristianas encuentran que tienen más elementos en común que aquellos que los distinguen. Hay que recordar que el auténtico diálogo ecuménico pide interlocutores cristianos, es decir, que los interlocutores sean fieles a las enseñanzas de Jesús.

En el caso del diálogo interreligioso, el tenor del mismo es más humanitario y espiritual que doctrinal y moral. Los creyentes de diferentes religiones, con propuestas doctrinales, cultuales, morales y espirituales, incluso incompatibles entre sí, descubren que el ‘creer en Dios’ o tener ‘una experiencia espiritual’ transforma a las personas y les ayuda a avanzar en plenitud. En este diálogo los interlocutores no buscan la unidad sino la manera en que se pueda aportar a la sociedad, muchas veces ‘atea’ o secular, virtudes y valores que ayuden a tener una visión espiritual y trascendente del ser humano.

–¿Cómo se ha dado este diálogo en México?

–P. Hilario González García: Ambos diálogos son incipientes. La evolución social y cultural de nuestro país han ‘presionado’ a las religiones a que entren en diálogo para dar luz y esperanza a esta época de cambios y de desconciertos. En cuanto a los avances, hay tres signos importantes: ya existe una comisión episcopal; tenemos obispos y sacerdotes que asumen este elemento esencial de la misión de la Iglesia; hay fieles católicos que se interesan en este tema y lo ven como parte de la vivencia de su fe. En lo que toca a los obstáculos, creo que hay ignorancia sobre el tema, desconocimiento de su posibilidad y de sus objetivos; falta de conciencia ecuménica en los agentes de pastoral.

Por fray Gilberto Hernández García

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ZENIT Staff

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