Es un deber garantizar y coordinar las ayudas humanitarias, afirma el Vaticano en la ONU

Intervención del observador permanente, el arzobispo Celestino Migliore

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NUEVA YORK, lunes, 20 noviembre 2006 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha exigido en las Naciones Unidas que se garantice el derecho a las ayudas humanitarias de todas las personas necesitadas, en particular de los refugiados.

Fue la reivindicación del arzobispo Celestino Migliore, observador permanente ante esa institución, al intervenir el 13 de noviembre ante la asamblea general sobre el tema del fortalecimiento de la coordinación de la asistencia humanitaria.

El nuncio apostólico comenzó expresando su «profunda preocupación por la destrucción causada por los recientes desastres causados tanto por el hombre como por la naturaleza».

«En todo caso –reconoció–, estos desastres han servido para reafirmar el preeminente valor del derecho humanitario y el consiguiente deber de garantizar el derecho a la ayuda humanitaria a los civiles que sufren y a los refugiados».

«Huracanes, terremotos, guerras…, el año pasado ha mostrado que todas las personas y países pueden quedar sometidos a los efectos catastróficos de desastres y que una respuesta coordinada a las emergencias es crucial para prevenir la pérdida de vidas, para reconstruir comunidades, y para establecer estrategias de desarrollo a largo plazo».

«Por este motivo consideramos que es de vital importancia destacar las emergencias humanitarias que no han recibido la atención de los titulares de los periódicos internacionales y que no son suficientemente financiadas», afirmó.

«Damos la bienvenida a los esfuerzos por arrojar luz sobre estas crisis olvidadas y a los que buscan asegurar fondos para actividades esenciales para salvar vidas humanas», añadió.

En tiempos de globalización, dijo el prelado, las Naciones Unidas deben poder tener un papel decisivo en la coordinación de las actividades de apoyo a situaciones de emergencia humanitaria.

Ahora bien, la ONU debe respetar la autonomía de las agencias humanitarias, con las que debe colaborar

En esta colaboración, no se debe favorecer a las grandes organizaciones humanitarias, sino también «permitir a las pequeñas» desempeñar «su legítimo papel en las ayudas».

La ONU, insistió, «no debe disminuir la capacidad de actuar o la eficacia de las organizaciones gubernamentales que están sobre el terreno, sobre todo e las que conocen bien los pueblos en cuestión y sus necesidades».

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ZENIT Staff

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