Es urgente re-encender y reavivar la fe de los católicos

Hacia una nueva evangelización en Irlanda

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Por el padre Derry Murphy, SAC*

DUBLÍN, domingo 4 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Es un placer muy grande poder escribir sobre la realidad de la Iglesia que vivimos en Irlanda. La situación de nuestra Iglesia no ha sido fácil en los últimos veinte años, pues estuvo cuestionada y duramente; pero como prueba de que es el Cuerpo de Cristo, allí está la fidelidad y la participación activa de tantas personas.

He aprovechado de la oportunidad para pedir a algunos miembros de la Unión del Apostolado Católico, una asociación publica de fieles fundada por san Vicente Pallotti, de expresar algunos pensamientos y de hablar de sus experiencias en la Iglesia. Los palotinos administran dos parroquias en Dublín, una en Corduff, que es una zona a la periferia de la ciudad desarrollada en los años 70; la otra es en Shankill, al sur de la ciudad.

La Iglesia en Irlanda fue escenario del 50° Congreso Eucarístico Internacional en el mes de junio, una experiencia muy positiva tanto para la Iglesia misma como para los participantes. Hubo una fuerte manifestación de la fe y de su vitalidad, y la experiencia vivida dio un fuerte impulso a los miembros de la Iglesia, una inyección de vida nueva y de confianza en ellos mismos y en la opción de vida que han hecho al pertenecer a la Iglesia.

Las personas que respondieron son todos personas ‘de Iglesia’. Un sacerdote, un docente, una teóloga laica, una laica que ejerce el ministerio de dirección espiritual, catequistas y personas involucradas en la formación de la fe tanto de los niños en preparación para la recepción de los sacramentos, y otros involucrados en cursos de formación para adultos, así como una persona que anima un grupo de Lectio Divina, y una coordinadora de la actividad pastoral-catequística en la parroquia.

Hablar con la gente de la ciudad

Sobre este tema, hubieron dos líneas diferentes. En la primera, más de la mitad opinaron que en general no es difícil entrar en conversación con la gente, porque a la gran mayoría de las personas les interesa hablar de temas espirituales todavía, pero se nota una disminución en el nivel de conocimiento de la fe.

Se nota que hay personas que siguen un camino espiritual, participan en grupos de reflexión, de meditación, buscan una espiritualidad pero no dentro de la Iglesia misma.

La otra línea opinó que es difícil hablar de Dios y de temas relacionados a la fe, las razones para esto eran diversas: la falta de credibilidad de la Iglesia, las revelaciones de casos de abuso por parte de algunos sacerdotes y religiosos, el hecho que la Iglesia se demuestra lenta a hablar corazón a corazón de temas de actualidad como son el celibato obligatorio, personas en segundas nupcias, el control artificial de la natalidad y temas relacionados a la homosexualidad, así como la secularización de la sociedad y por un prejuicio anti-católico.

Luego las personas en esta segunda línea dijeron que los laicos actuales son educados, bien preparados y les gusta hablar de temas de la fe y del moral, y no aceptan que no haya una discusión abierta y honesta en la Iglesia. Coincidieron finalmente, que es más difícil hoy en día pensar en la conversión personal.

Misioneros para predicar el Evangelio

Este fue un tema que suscitó respuestas interesantes. Reconocieron que hay algo de formación o educación de los laicos para empeñarse en la misión pero no es lo suficiente todavía. Se nota la presencia positiva de “trabajadores pastorales”, profesionales en tantas parroquias, que contribuyen mucho a la vida de la parroquia.

Todos coincidieron que ellos mismos se sienten ‘misioneros’ con una llamada y una obligación a compartir la fe con otros, y de comprometerse con la misión de la Iglesia. Hablaron de una urgente necesidad de ‘re-encender’ la fe, de ‘reavivarla’ con todos los medios posibles, como son los cursos de formación para jóvenes adultos, para los padres de familia, y que estos sean dados en el contexto de una vida comunitaria en las comunidades parroquiales. Y enfatizaron la importancia de asegurar una catequesis profunda y actualizada para los niños y los jóvenes.

Para poder ser un ‘buen misionero’ hace falta dar una preparación amplia a aquellos que son llamados a esta tarea en la Iglesia, en primer lugar por supuesto una formación en la fe pero también en la psicología, en las ciencias y en los medios necesarios para poder presentar la fe –y la propia fe–, en un modo convincente.

Todos coinciden que para ellos el cristianismo es importante y es una opción de vida válida, y que les gustaría poder trasmitirla en un modo más convincente.

¿Qué hacer con las personas que dejan la fe?

En primer lugar, se dijo que la Iglesia no puede “hacer” nada con las personas que dejan de pertenecer a ella o a practicar la fe. Pero todos coincidieron en que la Iglesia y los miembros de la Iglesia pueden hacer mucho para dar una respuesta concreta a las necesidades de las personas de hoy.

Es importante que la Iglesia no se cierre en sí misma, sino que mantenga abiertos todos los caminos: por ejemplo dando una calurosa bienvenida a aquellos que se acercan a la Iglesia en la fiestas navideñas, pascuales, para las bodas, bautismos, funerales, etcétera; y aprovechar así de la ocasión para trasmitirles la verdad de que todos somos creados a imagen y semejanza de Dios.

Las iglesias nuevas, las evangélicas, dan un ejemplo en las grandes ciudades. Salen a encontrar a las personas en el lugar donde se encuentren, se preocupen de los más necesitados, los drogadictos, los sin techo, los marginados… Si los miembros de la Iglesia se demuestran solidarios con los necesitados, si se empeñan con los temas de la justicia, el medio ambiente, una distribución más equitativa de los bienes de la tierra, darán testimonio del amor de Cristo.

Es importante la formación de pequeñas comunidades en las iglesias, con comunidades que vivan una vida profundamente cristiana en todos los sentidos. 

Por otro lado, la Iglesia misma tiene que ser consecuente, honesta con todos, transparente en las decisiones que se toman, digna de confianza, y que busque un lenguaje de fe que sea convincente y que le hable a la gente en su realidad.

Se debe asegurar la presencia y la actividad de laicos bien formados y comprometidos en los medios de comunicación social, para que la voz de la Iglesia, el mensaje de Cristo esté presente y escuchado en la sociedad y en el mundo.

La Nueva Evangelización

Concluido el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización, y ante la expectativa de un documento orientador a futuro, algunas respuestas expresaron un deseo grande y una esperanza viva de un documento que le hable a la Iglesia de hoy.

El deseo fue por un documento formulado en un lenguaje accesible, que hable del camino de la Iglesia como un camino que lleva a una relación personal con Cristo en una comunidad de fe (parroquia), un camino que porte a aquellos que lo transitan, a meterse progresivamente en el misterio de Dios presente y activo.

Que sea un documento que refleje un esfuerzo tomado para dialogar con todo el Pueblo de Dios, y en modo especial con las mujeres y los jóvenes sobre el camino de seguir. Es tiempo de una visión nueva, un nuevo acercamiento, de una escucha más atenta al Espíritu Santo y escuchándolo, sentir lo que está pasando en Irlanda y en Europa.

En suma, un documento final que mire al futuro, que presente algunas opciones claras y sencillas, un programa de desafíos y metas para el decenio.

*Presbítero palotino. Superior provincial de Irlanda.

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ZENIT Staff

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