España sigue sin respetar la dignidad del embrión humano

Según el presidente de la Sociedad Valenciana de Bioética

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VALENCIA, 30 julio 2003 (ZENIT.org).-El presidente de la Sociedad Valenciana de Bioética, José Hernández Yago, ha asegurado que la modificación de la Ley de Reproducción Asistida, aprobada en el último Consejo de Ministros del gobierno español, «sigue sin respetar, en el fondo, la dignidad del embrión, en cuanto se trata de un ser humano con vida propia».

Por ello, en declaraciones publicadas por la agencia AVAN, propone «para mantenernos en una sociedad plenamente humana, invertir todos los esfuerzos necesarios en la investigación con células madre adultas, frente a la destrucción de embriones que supone la investigación con células madre embrionarias contemplada en la ley».

No obstante, Hernández Yago ha señalado «aspectos positivos» que incorpora la nueva ley como el de regular, a partir de ahora, «el número de embriones que se pueden implantar, como máximo tres, lo que frenará el problema de los excedentes embrionarios congelados».

A pesar de ello, reconoce, «debería garantizarse que, por parte de los padres, se respetará la vida de todos los embriones que prosperen tras la implantación», ha añadido el científico valenciano.

Hasta ahora, la técnica de reproducción asistida, según Hernández Yago, contemplaba la fecundación de todos los óvulos obtenidos tras un proceso de estimulación de la ovulación (unos 8), y la implantación de uno a tres de los embriones obtenidos, congelándose los embriones restantes.

También ha precisado que los embriones congelados podrán ser cedidos por los padres a parejas infértiles o ser adoptados y «eso es positivo fomentarlo, en cuanto que significa permitir el desarrollo de una vida que ya comenzó».

Por su parte, el Jefe del Departamento de Biopatología Clínica del Hospital Universitario La Fe y presidente de la Asociación Provida, Justo Aznar, ha afirmado que el nuevo texto legal «sigue sin garantizar la dignidad del ser humano porque va a permitir experimentar con embriones humanos, lo que indudablemente conllevará su destrucción».

Sin embargo, la limitación a tres en el número de embriones implantados «es positivo, pues, solventará el problema de la congelación de embriones».

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ZENIT Staff

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