«Esperanza de paz» para la isla filipina de Mindanao

La conversaciones de Kuala Lumpur han sido positivas

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MANILA, 2 abril 2003 (ZENIT.org).- El presidente de la Conferencia Episcopal filipina, monseñor Orlando Quevedo, ha manifestado su satisfacción por la «esperanza de paz» que surge de la iniciativa del gobierno y los rebeldes del Frente Moro de Liberación Islámica (FMLI) de interrumpir las hostilidades en Mindanao (Filipinas meridional) y retomar las negociaciones de paz.

Así se desprende del compromiso que manifestaron las dos partes en un documento conjunto presentado el domingo pasado en la capital, Manila, de acuerdo con la información proporcionada por la agencia Misna .

«Deseamos que el camino de la paz en Mindanao se siga con seriedad y con voluntad, y no se obstaculice por recriminaciones ni desconfianzas recíprocas», manifestó monseñor Quevedo, también arzobispo de Cotabato, expresando su especial alegría por el acuerdo sobre el regreso de los desplazados.

En efecto, el pacto –resultado de dos días de conversaciones «exploratorias» mantenidas el jueves y el viernes pasado en Kuala Lumpur, Malasia—representa un primer paso para llegar a discutir nuevamente la aplicación del tratado de paz suscrito en Trípoli en el 2001.

Gobierno y rebeldes han convenido en la necesidad de cesar las hostilidades y poner en marcha un plan para facilitar inmediatamente el regreso de los prófugos, huidos por la reciente vuelta de la violencia en la isla.

La vigilancia del «alto el fuego» –que aún no ha sido formalmente anunciado—corresponderá a una comisión compuesta por negociadores malayos y libios.

En las próximas semanas, la delegación del gobierno y los representantes del FMLI deberán encontrarse nuevamente para definir la aplicación de las líneas maestras ya definidas en mayo del 2002.

Los puntos previstos en el acuerdo de Trípoli incluyen la colaboración entre el FMLI, las fuerzas armadas y la policía nacional filipina para luchar contra las bandas criminales que devastan la isla de Mindanao, bandas de cuya protección se acusó a los rebeldes.

Además se debe reforzar la «Bangsamoro Development Agency», encargada de supervisar los proyectos de desarrollo económico y social previstos para Mindanao, y que debería acoger también las propuestas del FMLI sobre las necesidades de la población y la gestión de los recursos de la isla.

Hay que afrontar aún la parte más delicada del acuerdo: el desarme de los rebeldes y la retirada de las fuerzas militares. Ninguna de las dos partes, de hecho, ha expresado la intención de retroceder de sus posiciones conquistadas.

Se teme que la noticia del acuerdo no haya llegado aún a los rebeldes en la isla, dado que no cesa la violencia. Fuentes del ejército aseguraron que el lunes, unos 80 milicianos del FMLI atacaron un área residencial cerca de la ciudad de Midsayap, en la región del norte de Cotabato, hiriendo a doce civiles y capturando a seis campesinos cristianos.

El domingo pasado, otros civiles resultaron heridos en ataques perpetrados por el FMLI a golpe de granada contra los habitantes de Columbio y Mlang.

Refiriéndose a los hechos registrados estos días, el arzobispo Orlando Quevedo sugirió que no se podía abandonar del todo la hipótesis de que en Mindanao actúe una «tercera fuerza».

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ZENIT Staff

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