Estados Unidos: Aborto y raza, un problema complicado

El 40% de los abortos se producen en mujeres negras

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NEW HAVEN, miércoles 3 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Habiendo trabajado durante casi una década como miembro de la Comisión sobre Derechos Civiles de Estados Unidos, sé que hay algunos temas controvertidos en la sociedad estadounidense como aquellos que tocan a las relaciones raciales.

No obstante, un artículo aparecido este fin de semana en el New York Times – titulado To Court Blacks, Foes of Abortion Make Racial Case – es digno de consideración.

Si entrar en la controversia relativa a la bien documentada filosofía eugenésica de Margaret Sanger (fundadora de Planned Parenthood), o el debate sobre si los afroamericanos son o no actualmente objetivo de los proveedores del aborto, permanecen varios hechos preocupantes.

En primer lugar, como señala el New York Times, las mujeres negras registran el 40% de los abortos en Estados Unidos, aunque son sólo el 13% de la población.

Independientemente de la causa de este alto índice, el aborto es una tragedia especialmente a gran escala para los afroamericanos. No hay ganadores en el aborto. Están sólo los muertos y heridos. Y todos los implicados necesitan ser abrazados con compasión y amor.

A quienes en la comunidad negra están más en riesgo de aborto, se les deben ofrecer alternativas concretas. A quienes han experimentado un aborto, se les debe ofrecer el mensaje de curación y esperanza.

Mientras tratamos de construir un apoyo de compasión, deberíamos también recordar la última encíclica de Benedicto XVI Caridad en la Verdad. Y como parte de nuestra caridad debemos afrontar las falsedades que conducen a millones a aceptar las injusticias como necesidades sociales, y decidir permitir a la verdad guiar nuestra caridad, y permitir a nuestra caridad ser el portavoz de la verdad.

El mes pasado, Estados Unidos celebró el Mes de la Historia Negra. Lamentablemente, hay paralelos legales entre la horrible herencia en Estados Unidos de la denegación de los derechos de las personas negras –y su trato como menos que humanos- y el actual limbo de derechos legales de los no nacidos en este país.

En primer lugar, ambos, los no nacidos y la comunidad negra, han sido víctimas de terrible jurisprudencia. De hecho, las decisiones del Tribunal Supremo que facilitaron acceso sin restricción al aborto (Roe versus Wade) y establecieron el principio segregacionista de “separados pero iguales” (Plessy versus Ferguson) se basaron ambas en falsedades.

En Plessy versus Ferguson, la opinión mayoritaria afirmaba que la segregación podía de hecho permitir igual trato de los negros y blancos estadounidenses. En opinión del tribunal, los negros estadounidenses que vieron esta separación como “una etiqueta de inferior”, crearon su propia realidad, no la realidad asignada por la ley. El tribunal insistía en que cualquier apariencia de inferioridad era “no en razón de algo que se encontrara en la ley, sino solamente porque la raza de color elige poner esta construcción sobre ella”.

Pero como indicaba el juez John Marshal Harlan en su disentimiento sobre Plessy: “Todos saben que el estatuto en cuestión tuvo su origen en el propósito, no tanto de excluir a las personas blancas de los vagones de tren ocupados por negros, cuanto de excluir a la gente de color de los coches ocupados o asignados a las personas blancas”.

En Roe versus Wade también se permitió una ficción para convertirse en ley. En Roe, el tribunal arguyó que no podía decidir cuándo empieza la vida humana.

Todos sin embargo sabían entonces, y la ciencia sólo lo ha hecho cada vez más claro desde entonces, que el niño no nacido antes del nacimiento es precisamente eso, un niño.

Lo que es notable, tanto en Plessy como en Roe, es que la mayoría, en cada una de ellas, las consideraba necesarias para ignorar lo obvio, para legislar del modo que lo hicieron. En el mejor de los casos, apoyaron una mentira. Y tristemente, independientemente de las motivaciones de los jueces individuales, la comunidad negra objetivo de Plessy ha sido también afectada de modo desproporcionado por Roe.

La decisión mayoritaria en Roe podría no haber tenido un buen resultado bajo ninguna circunstancia, pero la actual controversia es otro ejemplo más de cómo las decisiones pobremente adjudicadas tienden a tener no intencionadas –y a menudo terribles- consecuencias más allá de aquellas fácilmente detectables.

Por supuesto, en los años 50, muchos expertos legales, profesores de derecho y políticos insistían en que la segregación permitida por Plessy fue “ley establecida”. Hoy, los “expertos” y políticos dicen lo mismo sobre la herencia de aborto de Roe.

Pero Plessy estaba descolgada de la realidad, y el coraje de hombres y mujeres valientes tales como Martin Luther King, Jr., y Rosa Parks desestabilizaron esta “ley establecida” y se ganaron el respeto del juicio de la historia.

Roe también está descolgada de la verdad que todos saben. Se necesitan muchos hombres y mujeres valientes que deseen ponerse de pie y exigir que una ley nacional sobre aborto nunca se establezca hasta que no esté en conformidad con la verdad.

Por Carl Anderson, traducido del inglés por Nieves San Martín

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Carl Anderson es caballero supremo de los Caballeros de Colón y autor reconocido en el New York Times.
 

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ZENIT Staff

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