Estados Unidos: amenazada la Caritas archidiocesana de Denver

Peligra su identidad católica por una ley «antidiscriminación»

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DENVER, jueves, 31 enero 2008 (ZENIT.org).- La mayor proveedora de servicios caritativos y sociales del área de Denver, Colorado, Estados Unidos, está amenazada por el borrador de una nueva ley que podría obligar a la organización a ignorar las creencias religiosas al contratar personal.

En un editorial publicado el 30 de enero, el presidente de «Catholic Charities», la Caritas de la archidiócesis, defendió los derechos de su organización. Christopher Rose escribió que ayudar a los pobres y a los que sufren «ha sido la actividad de comunidades religiosas durante siglos, y con toda honestidad, a menudo lo hacemos mejor y con menos recursos» que las instituciones públicas. «Por ello el gobierno hace conciertos con nosotros en primer lugar».

La carta de Rose es el último peldaño en el debate sobre un borrador de ley llamado HB 1080. La ley tiene que ver con la legislación aprobada en el estado de Colorado el año pasado para evitar la discriminación laboral basada en la orientación sexual o la religión. Esta legislación fué enmendada, concediendo una exención a las organizaciones religiosas y sin fin de lucro. La ley HB 1080 pretende eliminar la enmienda

El arzobispo Charles Chaput de Denver, en su columna semanal de 23 de enero, dijo que «Catholic Charities»  tiene derecho a su identidad religiosa.

El obispo afirma que «Catholic Charities no está para nada interesada en un «buenismo» genérico; por el contrario, es un brazo de la acción social católica. Cuando ya no tenga  la libertad que necesita para ser «católica» acabará sus servicios. Estas no son palabras huecas. Estoy hablando muy seriamente».

El arzobispo Chaput llega a decir: «Las organizaciones católicas como Catholic Charities se complacen en hacer conciertos con el gobierno y desean trabajar en modo cooperativo con cualquiera que tenga buena voluntad. Pero no al precio de perder su identidad religiosa».

«El gobierno tiene ciertamente el derecho y el poder de desarrollar su propia oferta de servicios humanos. Pero si grupos como Catholic Charities asumen parte del peso de la sociedad, entonces es al menos razonable y justo que se les permita ser verdaderamente «católicos», o no podrán realizar su servicio».

El arzobispo concluye su columna dando voz a la preocupación de que sean ciertos los rumores de que la Liga Antidifamación haya dado una mano a la redacción de la HB 1080.

Bruce DeBoskey, director regional de la Liga, respondió el 24 de junio con una carta de protesta por la columna del arzobispo y reconociendo que la Liga Antidifamación ayudó a redactar el borrador de ley. Rose, director de Catholic Charities, respondió a la reclamación de DeBoskey con la carta de ayer.

Afirmó Rose que «lo que el señor DeBoskey retrata como una discriminación es actualmente una práctica legitimada de las agencias confesionales que buscan contratar a personas de la misma fe para asegurar que su misión de servicio a los pobres sea  fielmente emprendida».

Rose se mostró de acuerdo con De Boskey en que la Catholic Charities no es la única organización amenazada por la ley. Citó a otras organizaciones, incluyendo los «Jewish Family Services» (Servicios Familiares Judíos) que también quedarían afectados.

El arzobispo Paul Cordes, presidente del Consejo Pontificio Cor Unum, comentó las dificultades del arzobispo Chaput con el gobierno de Colorado cuando presentó el mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma el pasado martes.

«Este obispo está haciendo lo correcto –comentó el representante vaticano al National Catholic Reporter–. Teológicamente, la actividad caritativa y las buenas acciones de los fieles están siempre conectadas con la proclamación de la Palabra. […] El servicio está siempre ligado al testimonio de la Palabra de Dios, y nadie puede romper esta conexión».

«Esto indica un gran problema contemporáneo –dijo el arzobispo Cordes–. Gracias a la generosidad de muchos donantes, las agencias caritativas de la Iglesia pueden hacer su trabajo. Pero esto comporta el riesgo de que el espíritu de una agencia católica pueda ser secularizado si esta hace sólo lo que opinan los donantes».

Traducido del inglés por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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