Estados Unidos: “Todos somos migrantes”

El arzobispo de Denver aboga por una inmigración ordenada y segura

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DENVER, 12 enero 2009 (ZENIT.org).- El arzobispo de Denver se ha declarado a favor de una inmigración ordenada y de una reforma integral de las leyes y políticas de inmigración, al concluir la Semana Nacional de Migración de Estados Unidos.

Comentando la importancia del evento (http://www.usccb.org/mrs/nmw.shtml), el arzobispo Charles Chaput, constató que el tema de la inmigración «fue un punto caliente antes de las elecciones y ampliamente debatido durante la campaña».

«Espero que se convertirá en un asunto de gran y ferviente debate durante el próximo congreso [la Semana Nacional de Migración] –dijo el prelado–. Es una cuestión de justicia tanto para los ciudadanos estadounidenses como para los inmigrantes».

«Nuestra Iglesia está por una inmigración ordenada y a favor de una reforma integral de la inmigración, de manera que nuestras fronteras estén protegidas y todo el mundo sea respetado. Estos dos principios son muy importantes para una comprensión católica de la migración que, en último término, se enraiza en la creencia cristiana de que todos nosotros somos migrantes en búsqueda de nuestra patria celestial».



El arzobispo, descendiente de nativos americanos, subrayó lo importante que ha sido la inmigración para Estados Unidos.

«Muchos de nosotros somos hijos, nietos o biznietos de inmigrantes –dijo–. Y el que la gente viniera con muchos dones de muy diferentes lugares ha sido parte de la riqueza de nuestro país. […] Es importante para nosotros reconocer que la inmigración ha hecho próspero a nuestro país. No hablo de prosperidad económica, sino de la riqueza cultural que ofrece nuestra diversidad».

«Estados Unidos es un país de inmigrantes. Nuestra herencia y nuestra fe cristiana exigen que busquemos una solución justa a los problemas de nuestro actual sistema de inmigración».



El arzobispo Chaput criticó las reacciones «de hostilidad» hacia los inmigrantes.

«Debemos comprender que nuestro país tiene el deber de proteger sus fronteras; el deber de acoger a quienes migran legalmente –insistió–, y la responsabilidad de afrontar con justicia los defectos de las leyes y políticas de inmigración  que han permitido entrar a millones de indocumentados, que trabajan duro, honestos inmigrantes en riesgo de vivir y trabajar en las sombras de nuestra sociedad».

Traducido del inglés por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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