Estamos llamados a edificar con Cristo el templo vivo que es su Iglesia, exhorta el Papa

Eso es prepararse para la Navidad, apunta el Santo Padre antes de rezar el Ángelus

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 10 diciembre 2006 (ZENIT.org).- Nadie está excluido de edificar, unido a Cristo, el templo vivo de su Iglesia, morada de Dios con los hombres, advierte Benedicto XVI.

Más de 40.000 fieles y peregrinos prestaban atención, en la Plaza de San Pedro del Vaticano, a las palabras que este domingo el Papa dirigió antes del rezo del Ángelus, brindando claves para prepararse a la ya cercana Navidad.

«En estos días la liturgia nos recuerda constantemente que “Dios viene” a visitar a su pueblo, para habitar en medio de los hombres y formar con ellos una comunión de amor y de vida, esto es, una familia», subrayó el Santo Padre.

De hecho, «la construcción de una iglesia entre las casas de un pueblo o de un barrio de una ciudad ¿no evoca tal vez este gran don y misterio?», constató.

Y es que Benedicto XVI acababa de llegar de celebrar la dedicación -a María Estrella de la Evangelización- de una nueva iglesia parroquial en Roma.

El acontecimiento le dio oportunidad para explica que «la iglesia-edificio es signo concreto de la Iglesia-comunidad, formada por las “piedras vivas”, que son los creyentes»; «piedra angular» de este templo espiritual es «Cristo».

«Unidos a Él y bien compactos, también nosotros estamos llamados a participar en la edificación de este templo vivo», advirtió Benedicto XVI.

Ciertamente «es Dios quien toma la iniciativa de venir a habitar en medio de los hombres, y es siempre Él el artífice principal de este proyecto» -aclaró-, pero «Él no quiere llevarlo a cabo sin nuestra colaboración activa».

De ahí que «prepararse para la Navidad significa comprometerse a construir la “morada de Dios con los hombres”», una tarea de la que, como recordó el Santo Padre, «nadie está excluido», pues «cada uno puede y debe contribuir para que esta casa de la comunión sea más espaciosa y bella».

«Al final de los tiempos, estará completada y será la “Jerusalén celeste”», «fin último –recordó el Papa- de nuestra peregrinación terrena» y meta a la que el tiempo de Adviento nos invita a dirigir nuestra mirada.

Este tiempo litúrgico previo a la Navidad a la vez «nos exhorta a comprometernos con la oración, la conversión y las buenas obras, a acoger a Jesús en nuestra vida, para construir con Él este edificio espiritual», insistió

En el centro de la Plaza de San Pedro, llena de fieles -como está siendo habitual cada domingo- , ya se puede ver la estructura sobre la que se está levantando el Nacimiento.

En el lugar se espera, el próximo miércoles, la llegada del árbol de Navidad. Su altura es de 35 metros. Este año es un regalo de la región italiana de Calabria.

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ZENIT Staff

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