Este lunes se celebró por primera vez la fiesta de san Pedro Poveda

ROMA, 28 julio 2003 (ZENIT.org).- Por primera vez se celebró este lunes la fiesta litúrgica de san Pedro Poveda, sacerdote, fundador y mártir, canonizado por Juan Pablo II en Madrid el pasado 4 de mayo.

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La celebración recuerda el día del martirio del nuevo santo que dio la vida por la fe ante las tapias del cementerio de la Almudena de Madrid el 28 de julio de 1936.

Los restos de san Pedro Poveda reposan en el centro de espiritualidad Santa María, situado en Los Negrales, población cercana a Madrid. Tiene además una capilla dedicada en la catedral de la Almudena, una iglesia que lleva su nombre en Honavar (India) y reliquias suyas son veneradas bajo el altar mayor de la basílica de Covadonga, de la que fue canónigo, y en diversas iglesias del mundo.

San Pedro Poveda inició su labor evangelizadora en las cuevas de Guadix, una ciudad del sur de España, a principios del siglo XX. Aún seminarista, inició una labor de acercamiento a aquel mundo, conquistó el corazón de los cueveros, y fundó para ellos las Escuelas del Sagrado Corazón que aún perduran.

Posteriormente canónigo en la basílica de Covandonga (1906-1913), desde esta atalaya hacia el panorama español y europeo vislumbró el desafío que planteaba una educación para todos y clamó por una acción unificada de los católicos en el campo pedagógico. En Oviedo, en 1911, inició su primera Academia. Un centro educativo residencial para jóvenes que accedían a los estudios del Magisterio. En 1914 fundó en Madrid la primera residencia universitaria femenina de España.

Era difícil encontrar, en las primeras décadas del siglo XX, miembros del clero que hubieran captado la importancia futura de la mujer culta pero san Pedro Poveda, fue uno de ellos. Entre sus primeras colaboradoras, hay médicas, farmacéuticas, doctoras en derecho, concejalas, diputadas y, por supuesto, profesoras en todos los grados de la enseñanza, incluida la Universidad.

El inquieto canónigo quería dar una respuesta novedosa desde el campo católico a la necesidad de actualización de la enseñanza y modernización del pensamiento. Y estaba convencido que esto no podía hacerse sin la original aportación de la mirada femenina. Sus centros atrajeron a mujeres que dejarían rastro en la historia política, social, educativa y religiosa del país.

La primera alumna de la residencia abierta por don Pedro en Madrid fue Victoria Kent Siano. Posteriormente, fue diputada en las Cortes de la República por el partido Radical-Socialista. Como directora general de Prisiones, nombrada en 1932, se distinguió por su acción humanitaria.

Es curioso que la misma residencia fuera frecuentada por dos primas, que entablaron gran amistad con Poveda, apellidadas Pidal, Dolores y Maravillas, las dos con vocación de carmelitas. Esta última, hoy conocida como la madre Maravillas, fue canonizada por Juan Pablo II el mismo día 4 de mayo.

San Pedro Poveda, en una carta a un amigo en 1921, afirmaba: «En punto a feminismo (feminismo netamente católico, tal como lo enseña el evangelio y expone la Santa Sede) vamos a la cabeza. Hemos sido los mayores propulsores del feminismo y figuramos en las avanzadas de ese ejército. Verdades estas que no son mis verdades, sino el juicio que merecemos a intelectuales y cultos feministas. En las provincias donde hemos establecido internados y en las poblaciones en donde tenemos alumnas teresianas, puede hacerse una estadística de cinco años antes de estar nosotros y cinco años después de tal fecha, y se nota un movimiento en la cultura de la mujer extraordinario. Tanto es así que en algunos sitios se nos censura por el exceso de educación intelectual».

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ZENIT Staff

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