Etiopía-Eritrea: conflicto olvidado en el que han muerto 100 mil jóvenes

El nuncio es optimista ante el proceso de paz promovido por la Iglesia

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ROMA, 4 febrero 2002 (ZENIT.org).- Un rayo de esperanza surge en una de las guerras más olvidadas del planeta, la que enfrenta a Etiopía y Eritrea, y sobre la que Juan Pablo II ha llamado la atención de la opinión pública mundial en varias ocasiones.

El conflicto estalló en mayo de 1998 por una disputa de fronteras entre los dos países que reclamaban Badmé, diez kilómetros cuadrados de tierra árida. La guerra ha durado dos años, ha causado la muerte de más de cien mil jóvenes, ante la indiferencia de los medios de comunicación.

La Iglesia católica y otras confesiones cristianas han puesto en marcha un diálogo a favor de la pacificación y la reconciliación, que ha dado pie a dos recientes encuentros de paz: uno en Dinamarca y otro en Alemania. De ellos ha surgido una declaración conjunta de recomendaciones, que permite esperar en una solución del conflicto.

El arzobispo Silvano Tomasi, nuncio apostólico en los dos países, explica en declaraciones a «Radio Vaticano» que a finales de febrero se harán públicas las conclusiones de la Comisión para la demarcación de las fronteras, aceptada por los dos países.

«Será un punto clave que pondrá de manifiesto exactamente hacia dónde se orientarán las políticas de estos dos países hermanos –considera el «embajador» papal en los países del Cuerno de África–. La expectativa general es que los dos gobiernos, etíope y eritreo, acepten las conclusiones de esta Comisión»

De hecho, en diciembre del año 2000 ya se habían comprometido en Argelia a aceptar sin comentarios estas conclusiones, algo que inspira optimismo en monseñor Tomasi.

«En este momento –revela el nuncio–, los líderes religiosos, tanto cristianos como musulmanes, de Eritrea y Etiopía, están trabajando para poder continuar sus encuentros, que comenzaron hace tres años».

«Se debería celebrar uno en Etiopía y uno en Eritrea, para dar una señal muy clara de que lo que necesita un pueblo son paz y reconciliación, como justamente decía el Santo Padre en su mensaje para la Jornada mundial de paz del 1 de enero: «La paz requiere justicia, pero la justicia completa necesita el perdón»», concluye.

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ZENIT Staff

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