Europa debe ser faro para la civilización mundial

Romano Prodi, el cardenal Re e Ignacio Sánchez Cámara hablan sobre el futuro de Europa

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Europa, a lo largo de su historia ha sabido salir adelante y superar diferentes crisis, como lo hará ahora. Con esta sentencia de esperanza el embajador de España ante la Santa Sede ha dado paso a la segunda conferencia del Ciclo Conversaciones en el Palacio de España, organizada por dicha embajada y el Consejo Pontificio de la Cultura. El tema que protagonizó la tarde de ayer fue «Europa ¿hacia dónde?» y contó con la presencia de tres invitaciones de excepción, el cardenal Giovanni Battista Re, prefecto emérito de la Congregación de los Obispos; Romano Prodi, expresidente de la Comisión Europea y expresidente del Consejo de Ministros de Italia e Ignacio Sánchez Cámara, consejero de educación de la Embajada de España y profesor universitario.

Ignacio Sánchez tomó como referencia el libro de George Steiner La idea de Europa para acercarse a la realidad del viejo continente y analizar los aspectos que ahora mismo se encuentran en crisis y por qué. Recordó que «Europa es mucho más que un continente, una región, un mercado… es una cultura, una forma de vida». Steiner en su obra habla de varios aspectos que definen a Europa y que el profesor Sánchez Cámara recordó: la filosofía, el derecho romano, el cristianismo, la ciencia y la democracia liberal.

Quiso añadir otro aspecto que a su juicio, también es representativo de Europa: la universidad. Recordó que la crisis de Europa es una «crisis moral» y que de ahí vienen las demás crisis.

A continuación explicó la crisis que está sufriendo cada uno de estos seis elementos que caracterizan a Europa: en la filosofía, el relativismo; en el derecho, la simplificación y que cualquier deseo se pueda convertir en derecho perdiendo el «arte del derecho de lo justo y lo injusto»; en cristianismo, la crisis de aceptación social por un laicismo radical que avanza cada vez más; en la ciencia, aunque en un primer momento se pueda pensar que no está en crisis sino todo lo contrario, la crisis está en «el empeño de querer ser el único conocimiento»; la democracia liberal, por la «tergiversación de la verdadera idea» ya que el gobierno se debe basar en la soberanía popular, en el «convencer y no imponer»; en la universidad, «no es solamente una crisis que venga por la masificación, la falta de competencia o la escasez de nivel, el mal más grave es la democratización y el igualitarismo  mal entendido». 

Concluyó su intervención recordado que «Europa como cultura no tiene límites geográficos, puede estar en todos sitios».

La segunda intervención estuvo en manos del expresidente del Consejo de Ministros italiano, Romano Prodi. Destacó «los grandes valores espirituales de Europa» y el equilibrio entre cuerpo y alma que Europa debe tener», ya que Europa «ha nacido con un alma» y «tenemos que construir estos valores».

Haciendo un pequeño recorrido por la historia de Europa y su origen explicó que es necesario «hablar el lenguaje que se nos dio y traducirlo al contexto de hoy». Europa es muy diferentes ahora de lo que era en sus inicios, actualmente somos «millones de personas, 22 idiomas diferentes, culturas diversas» y aún así «Europa ha conseguido establecer un diálogo común y es una realidad maravillosa».

Y aunque en la actualidad se hable mucho de la crisis, el expresidente de la Comisión Europea recordó que «Europa ya ha trabajado mucho y ha hecho grandes avances». Finalizó recordando que «la solidaridad es de gran importancia en Europa» y que son necesarios líderes capaces de entender la importancia de la unidad y el compromiso entre las naciones europeas.

El último invitado fue el cardenal Giovanni Battista Re. Comenzó recordando que Europa, en los siglos pasados, ha dado mucho a los otros continentes, «ha exportado arte, cultura, ciencia y civilización». También en cuanto a la fe: «ha sido Europa la que ha difundido el cristianismo en las partes más lejanas del mundo».

Sobre el viejo continente afirmó que «es el que tiene a las espaldas más experiencia y una civilización basada en valores que tienen raíces profundas» y «tiene que reconquistar una conciencia más alta de su rol, de sus posibilidades y de sus responsabilidades. Para el bien del mundo, se necesita más Europa».

El relación a la dirección hacia la que se está caminando, «es necesario reconocer que en Europa ya se ha hecho mucho por la unión, pero también es verdad que estamos aún lejos de una verdadera unión». Y, aunque reconoció el purpurado que «Europa como idea y como proyecto está un poco en crisis», hay que convencerse de que «la integración europea no tiene alternativas», ya que «en la sociedad actual globalizada las dificultades económicas sólo se podrán superar si nos comprometemos juntos». Al respecto matizó que «la nueva casa común europea nacerá solo si hacemos crecer una nueva forma de pensar europea y una cultura que lleve a la solidaridad europea».

Recordó al papa Juan Pablo II al afirmar que «Europa debe ser la familia de las naciones europeas, no puede ser reducida solamente a las dimensiones económicas». Es necesario tener presente que Europa «sin el cristianismo no sería lo que es», ya que formada por pueblos diferentes y culturas diversas, «el elemento común que la ha unido ha sido la fe cristiana». Por eso muchos se han dado cuenta de que «los valores cristianos son importantes no sólo por el pasado, sino también por el presente y futuro». Y concluyó afirmando que «Europa debe ser un faro en la civilización mundial».

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ZENIT Staff

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