Europa no puede dictar imposiciones como las que venían de Moscú

Habla el cardenal Jozef Glemp, primado de Polonia

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VARSOVIA, 7 octubre 2002 (ZENIT.org>Avvenire).- El dossier sobre la ampliación de la Unión Europea se hace cada vez más voluminoso y complicado. Incluso en el debate entre obispos. El cardenal Jozef Glemp, arzobispo de Varsovia y primado de Polonia, interviene en este argumento con su habitual moderación.

–Se aproxima la fecha de la entrada en Unión Europea de los países de la Europa central y cada vez hay más miedos y protestas. En su país hay grupos que ven en la integración europea una amenaza a la identidad cultural y espiritual de Polonia. ¿Cuál es la posición de la Iglesia?

–Cardenal Glemp: La entrada en la Unión Europea representa un desafío que los cristianos deben saber recoger para reforzar su identidad en un mundo secularizado que tiende a unificarse por motivos económicos y políticos. Pero hay también razones ideales: la ampliación al Este no es otra cosa que la reunificación de los pueblos europeos. Su patrimonio común son los valores enraizados en el cristianismo. La ampliación por tanto es un riesgo pero también una oportunidad.

–¿Qué ventajas pueden derivarse para las Iglesias del Este?

–Cardenal Glemp: Respecto a quienes temen la pérdida de nuestra identidad, le doy la vuelta al razonamiento: la entrada en la UE de países con una fuerte tradición católica, como Polonia, Eslovaquia, Lituania, podrá ser de gran ayuda y una aportación formidable para la recuperación de la dimensión comunitaria y espiritual de Europa, contra la lógica dominante del individualismo y del materialismo. Si nos unimos seremos incluso más fuertes.

–Entre tantos problemas que complican el proceso de integración de Polonia en la UE está el nudo sin deshacer de la agricultura. Tal y como están las cosas, dice Bruselas, no su país no obtendrá todas las subvenciones que en cambio se dan a otros países. ¿Qué piensa?

–Cardenal Glemp: Es un rompecabezas sobre el que litigan los políticos y los expertos. No toca a la Iglesia proponer una solución técnica. Pero el juicio es claro: dar el 25% de los subsidios a los campesinos polacos y el 100% a los de los demás países es un trato injusto que agudiza las tensiones sociales. Confío en que se encuentre una solución más equilibrada, respetuosa de las exigencias de los antiguos miembros de la UE sin penalizar a los nuevos.

–Usted se ha entrevistado en Bruselas con el comisario para la ampliación, Guenter Verheugen. ¿Qué impresión ha tenido?

–Cardenal Glemp: La impresión es que las intenciones son buenas pero las disposiciones son demasiado rígidas. Haría falta más flexibilidad. Ciertas imposiciones que llegan de Bruselas nos recuerdan los dictados que llegaban de Moscú en la etapa comunista. Una sensación muy fea, créame.

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ZENIT Staff

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