Eutanasia, preocupación de la audiencia del Papa al primer ministro de Luxemburgo

Podría ser el tercer país de la Unión Europea en aplicarla

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 7 marzo 2008 (ZENIT.org).- Las preocupaciones de la Iglesia ante el recurso a la eutanasia en Luxemburgo se convirtió en uno de los argumentos de la audiencia que concedió Benedicto XVI este viernes al primer ministro de ese país, Jean-Claude Juncker.

Luxemburgo, país de 480 mil habitantes, en un 85,6% católico, será el tercer país de la Unión Europea en despenalizar la eutanasia después de Bélgica y Holanda.

Los diputados luxemburgueses aprobaron el 19 de febrero el proyecto de ley que permitirá a los médicos ayudar a los pacientes terminales a poner fin a sus vidas.

El documento fue ratificado por un estrecho margen de 30 votos positivos y 26 negativos, tras la campaña en contra tanto de la Iglesia como del Partido Cristiano Social del primer ministro, Juncker.

El jefe del gobierno también se reunió con el arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados.

En los cordiales encuentros se hizo «una referencia específica a la defensa de la vida humana y al proceso legislativo actual orientado a la liberalización de la eutanasia», informa una nota emitida por la Oficina de Información de la Santa Sede.

La propuesta de la eutanasia fue aprobada con el apoyo de los diputados socialistas, que forman parte de la coalición gubernamental. Aprobaron el texto gracias al decisivo apoyo de la oposición liberal y ecologista. El proyecto aún requerirá una nueva votación en segunda lectura antes de entrar definitivamente en vigor.

El proyecto de ley establece que, para poder pedir la eutanasia el paciente deberá ser mayor de edad o menor emancipado y padecer una enfermedad irreversible, con un sufrimiento físico o psíquico constante y sin perspectiva de mejora.

El comunicado vaticano revela, por último, que en los encuentros «se ha reservado una atención especial a la situación internacional, en particular al futuro de Europa, a Oriente Medio y a la presencia de los cristianos, a los conflictos en varias partes del mundo y al diálogo interreligioso e intercultural».

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ZENIT Staff

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