Evangelizar a líderes, para evangelizar al mundo; legado del padre Morales

Diez años de la muerte del fundador de los Cruzados de Santa María

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ROMA, martes, 5 octubre 2004 (ZENIT.org).- El 1 de octubre se cumplían diez años del fallecimiento del padre Tomás Morales, SI, en causa de canonización, fundador de los institutos seculares de los Cruzados y las Cruzadas de Santa María, así como del Movimiento Matrimonial Hogares de Santa María y del Movimiento Juvenil Milicia de Santa María, presentes en España, Italia, Alemania, Irlanda, Estados Unidos, y países de América Latina.

Con esta ocasión, estas instituciones han organizado un congreso internacional con el lema: «Profeta de nuestro tiempo» en Madrid, durante los días 9 y 10 de octubre. Zenit ha entrevistado a Beatriz de Ancos, cruzada de Santa María, una de las ponentes en el congreso.

–Ustedes denominan a su fundador como «profeta de nuestro tiempo». ¿Por qué?

–Beatriz de Ancos: Al padre Tomás Morales se le considera profeta de nuestro tiempo porque se adelanta veinte años a las enseñanzas del Concilio Vaticano II, en concreto a dos documentos: «Apostolicam Actuositatem» y «Lumen Gentium». Desde el inicio de sus actividades apostólicas empezó a imprimir en los laicos a los que daba las tandas de Ejercicios Espirituales una tensión misionera. Esa tensión misionera consiste en que el laico tiene que caer en la cuenta de su responsabilidad y de su misión en la Iglesia, que tiene que vivir de forma coherente su bautismo y que existen muchos sectores y realidades temporales dentro de la sociedad que ningún otro miembro de la Iglesia podrá evangelizar desde dentro como el propio laico.

–¿Por qué han organizado un Congreso abierto y no un encuentro entre los que forman las obras por él fundadas?

–Beatriz de Ancos: Porque queremos dar a conocer a todos la gran riqueza del carisma que el Señor ha regalado a la Iglesia a través del padre Morales, que no es más que el Evangelio vivido sin páginas arrancadas. En realidad, vivimos un estilo evangélico apto para todos. Ofrecemos a los demás una forma de vivir el Evangelio en nuestra sociedad viviendo un estilo de santidad laical según los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola, que tanto bien han hecho en la Iglesia y a cuantas personas los han practicado para conocer la voluntad de Dios en su vida.

–Después de diez años de la muerte del fundador, ¿qué aspectos cree que son fundamentales de su carisma?

–Beatriz de Ancos: Lo que nos caracteriza es tender a la santidad vivida sin abandonar del mundo, como contemplativos en la acción en medio de múltiples actividades. Una santidad que es, además, apostólica y mariana. Mariana porque siempre vivimos con el dulce nombre de María en el corazón e imitamos su vida desde el «Hágase» de la Encarnación hasta el «Estar» al pie de la cruz. Apostólica porque vivimos la fe con sentido militante dentro de la Iglesia, actuando, dando la cara por Cristo cuando las circunstancias lo requieren.

–¿Qué significa ser contemplativo en la acción?

–Beatriz de Ancos: Es una manera de vivir el Evangelio en la que se requiere una intensa y fuerte vida interior, pero esta contemplación es vivida en medio de la realidades temporales en que un laico está inmerso. En definitiva, es aquello con lo que san Ignacio cierra los Ejercicios «en todo amar y servir» porque nuestra vida es amar sirviendo a todos los que se cruzan en nuestro camino y servir amando con el corazón de Cristo. Cuando servimos a los demás estamos poniendo en práctica la contemplación.

–¿Cómo vivió, y hacía vivir, el cambio que trajo el Concilio Vaticano II?

–Beatriz de Ancos: Fue recogiendo los diversos llamamientos de los Papas durante la segunda mitad del siglo XX, pero fundamentalmente el llamamiento de Juan Pablo II en su visita a Javier en el año 1982 cuando dijo «Un católico que toma conciencia de su fe se hace misionero». En esto trabajó y se desgastó el padre Morales, en hacernos a todos conscientes de nuestra fe y de nuestra responsabilidad misionera adquirida en el Bautismo. El padre Morales fue un fiel hijo de la Iglesia y nos enseñó a amarla. Vivió con una gran fidelidad todo el Magisterio pontificio. Los documentos del Concilio Vaticano II son tan ricos que aún estamos poniendo en práctica todas esas enseñanzas. Los ha hecho vida y ha hecho que los demás lo vivieran.

Nos instaba a leer los documentos de la Iglesia detenidamente, analizándolos, comentándolos en charlas y teniendo círculos de estudio y coloquios sobre ellos. En los círculos de estudio no sólo se trata esa materia o esos textos leídos, sino también se ponen ejemplos de cómo se ha vivido. Teoría y práctica. Cuando dirigía un círculo de estudio, o daba una consigna apostólica, el padre Morales procuraba que en el siguiente coloquio se comentaran las diversas experiencias apostólicas en torno a lo propuesto. No sólo formaba en la acción, sino también en el criterio. Se trata de dar una formación integral: una formación intelectual, pero también de la voluntad y de la afectividad, porque todo en la persona va unido.

–El padre Morales se caracterizaba por su exigencia, ¿cómo casa esto con el carisma desarrollado específicamente hacia los jóvenes?

–Beatriz de Ancos: Nuestro carisma se caracteriza por formar minorías, formar líderes, militantes católicos. Los jóvenes tienen mucha riqueza, mucha capacidad de donación de sí, pero hay que saber sacar de ellos su generosidad y su valentía. Y normalmente los que más captan esa exigencia son los jóvenes más generosos. Hay que encauzar esa energía que tiene el joven dentro, es necesario descubrir y ayudar a descubrir el héroe que todos llevamos dentro. El mundo nos ofrece muchos tipos de héroes, pero el héroe que presentaba el padre Morales y que seguimos presentando desde nuestro carisma es el santo. De todas formas, no se trata de exigir porque sí; siempre ha de haber un porqué que el joven debe entender y, sobre todo, debe hacerse con amor, sin exigir nunca por encima de las fuerzas del otro.

–Trabajar con minorías, ¿puede considerarse elitismo?

–Beatriz de Ancos: El padre Morales era un fiel hijo de san Ignacio, el mismo que en la Sorbona de París se decía: «Si yo me gano a Javier, Javier me ganará un mundo« refiriéndose a San Francisco Javier, patrono hoy de las misiones. Y el padre Morales traduce esta lección a nuestro siglo viendo la eficacia de unos pocos. Él decía «una minoría troquelada en exigencia y fidelidad, firme y consecuente en la fe, puede transformar el mundo. En cátedras, prensa, política, ejército, y aún en seminarios, cristianizaría la sociedad, devolvería al hombre su dignidad amenazada por ideologías totalitarias o costumbres corrompidas. Su acción aseguraría vitalidad al catolicismo a lo largo de milenios».

–Si su empeño se debe centrar en trabajar con minorías, ¿cómo han podido surgir las masivas Vigilias de la Inmaculada que cada año se celebran en distintas ciudades de España y otros países donde os encontráis, o los multitudinarios Rosarios de la Aurora en el mes de mayo, dos realidades promovidas por vosotros?

–Beatriz de Ancos: Porque el evangelio es para todos. El padre Morales decía «Hay que atender a todos, pero cultivad minorías». Estaba convencido de que si formaba a una minoría llegaría a todo el mundo, porque esa minoría será capaz de evangelizar a otros que tenga a su alrededor. Además las Campañas Marianas han sido siempre un medio de formación de militantes católicos, dando la cara por Cristo, trabajando generosamente por dar a conocer el amor a la Virgen, el Evangelio a los demás. Son grandes Campañas para llegar a todos, pero a la vez sirven de formación, tienen esa doble vertiente.

–¿Cuál era la línea de actuación concreta que seguía dentro de la Nueva Evangelización que proclama la Iglesia?

–Beatriz de Ancos: Lo que le ca
racterizaba al padre Morales era la dirección de las tandas de Ejercicios, porque estaba convencido de que si las almas se dejaban tocar por Cristo en unos Ejercicios Espirituales era un resorte estupendo para que se convirtieran en nuevos evangelizadores de sus compañeros. Y por otra parte habría que destacar su atención constante en la labor oculta en la dirección espiritual y su formación. Sabía ocultarse en un trabajo de formación lento y paciente, como el corazón, que está trabajando oculto, pero dando vida a todo el organismo.

–Hablan de él como «dinamizador de laicos», ¿a qué se refieren?

–Beatriz de Ancos: El padre se apercibe en seguida de que el laicado en la Iglesia es un potencial inexplotado, una fuerza inmensa, pero que si no se le dan responsabilidades, se forman como líderes y caen en la cuenta de que son responsables de la evangelización de sus hermanos, la Iglesia no llega a todos los sectores del mundo actual donde debería llegar el Evangelio. Él vuelca todas sus fuerzas en que esos laicos actúen y tomen conciencia de su fe. La forma más eficaz con la que lo llevó a la práctica fue poniendo en marcha el «hacer-hacer», no haciéndolo él todo, sino haciendo que otros hagan y se impliquen en las tareas apostólicas, dejando tomar la iniciativa y fomentando la creatividad en la persona. A la larga esto es eficaz, pero no es una pedagogía de resultados inmediatos, es mucho más ardua, mucho más lenta, es una pedagogía a largo plazo, pero que da mucho fruto.

–El padre Morales ¿era ajeno a los acontecimientos sociales?

–Beatriz de Ancos: En absoluto. Él comprendía que la Evangelización del mundo empieza por la conversión del hombre. No transformamos las estructuras temporales si no nos convertimos cada día a Dios. Claro, es más fácil disertar y hablar de reformas sociales y políticas que armarse de paciencia y formar personas enseñándoles a cambiar sus estructuras internas, luchando contra sus pasiones, defectos de carácter e inculcándoles un ideal de superación. Una vez purificados, se lanzarán al mundo infiltrándose con seguridad y eficacia en estructuras sociales, políticas y económicas necesitadas de cambio.

–¿Era progresista o conservador?

–Beatriz de Ancos: Ni progresista ni conservador, sino todo lo contrario. Podríamos decir que era las dos cosas al tiempo. Progresista porque siempre estaba en la avanzadilla de la Iglesia militante, oteando nuevos horizontes a la luz de Dios y viendo cómo se pueden responder a todas las llamadas y necesidades urgentes de la Iglesia y en las diversas realidades temporales. Pero al tiempo, era profundamente conservador en el sentido de que era fiel al Evangelio de siempre, al Magisterio de la Iglesia y fiel a todo su patrimonio histórico y cultural.

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El P. Tomás Morales nació en 1908. Estudió Derecho en la Universidad Central e Madrid. Durante aquellos años universitarios vivió como laico comprometido, llegando a ser presidente de los Estudiantes Católicos. Obtuvo el Doctorado en Bolonia. A los veintitrés años ingresó en la Compañía de Jesús. Fue ordenado sacerdote en 1942.En 1946 comenzó en Madrid una intensa labor apostólica y social con trabajadores y hombres de empresa. Con ellos inició el Hogar del Empleado, para cristianizar las estructuras laborales. Años después fundó los Institutos Seculares Cruzados y Cruzadas de Santa María, el Movimiento Matrimonial Hogares de Santa María y el Movimiento Juvenil Milicia de Santa María. El 24 de junio de 2000 se abría en Madrid su causa de canonización.

Más información en http://www.cruzadasdesantamaria.org.

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ZENIT Staff

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